'Cobardes', un tema de actualidad tratado con demasiada distancia

'Cobardes', un tema de actualidad tratado con demasiada distancia
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'Cobardes', la segunda película de José Corbacho y Juan Cruz, que se estrena el día 25, está protagonizado por Lluis Homar, Paz Padilla, Elvira Mínguez y Antonio de la Torre. Como ya os habíamos contado, trata el tema de los abusos escolares.

Gaby, es un chaval de catorce años que tiene miedo a ir al colegio. Tal vez su miedo sea a causa de Guille, un compañero de clase, que por su parte tiene miedo a defraudar a su padre. Pero los padres de Gaby y Guille también tienen miedo. Joaquín, el padre de Gaby tiene miedo a perder su trabajo y Merche, su madre, miedo a que su familia se desmorone. Guillermo, padre de Guille, tiene miedo del poder que le envuelve y Magda, su madre, miedo de no conocer a su propio hijo.

El guión está bien desarrollado para que durante todo el film haya una historia. A partir de cierto momento te interesas por conocer el discurrir de la trama y te engancha a pesar de algunos inconvenientes que mencionaré más adelante. Una de las habilidades que le veo es la integración de las subtramas de forma que tienen una enorme cohesión con la principal y con el tema de actualidad que se trata. Este aspecto, que es el mejor, parece que ha sido el que más han tratado de destacar, pues el propio título del film, en el que la el adjetivo va en plural, quiere incluir a padres y profesores, y la sinopsis oficial –la que acabáis de leer— habla en seguida de los personajes secundarios que rodean a los jóvenes que sufren o ejercen el abuso.

No hay nada como tomar un asunto del que se habla mucho en los periódicos y en televisión para que parezca que se ha hecho una película importante y necesaria. Pero el mayor pecado que comete 'Cobardes' precisamente viene por ahí: se hace muy evidente que es un film de encargo. A esta película le falta verdad, implicación, autenticidad, sentimiento... Es fría, aséptica, lejana… Nos explica algo en lugar de hacernos sentir algo. Lo plantea, lo deja ahí y lo retrata, pero no se involucra. Y de nada serviría que ahora me contestase alguno de los creadores diciendo que me equivoco y que sí hay implicación personal. Incluso me lo pondría peor. Porque la cuestión no está en si la hubo o no, sino en si viendo la película se percibe o no, en si se transmite al espectador.

Parte de la falta de autenticidad se aprecia en que los diálogos están llenos de tópicos. Parece que se hubiesen trasladado los titulares de esos periódicos y telediarios directamente a las frases de los personajes. Lo que se oye por ahí –opiniones de profesores, de padres, de los propios jóvenes…— es lo que se ha utilizado como material para el guión. Eso está bien si se utiliza como material de partida, pero para ir más allá, para profundizar a partir de esa idea, convirtiéndola en una historia personal, no en una reflexión disfrazada de película. Se intenta que la tesis quede tan clara que no se buscan subtextos ni sutilezas. Se llega al tema sin más, de forma obvia y demasiado directa. No sólo no se busca ser sutil, sino que se exagera la pretenciosidad y el mensaje se te escupe a la cara, como por ejemplo en la secuencia en la que suena una alarma mientras varias acciones se montan en paralelo, que exagera el dramatismo de la situación sin venir a cuento.

El tema que trata 'Cobardes' se ve muy a menudo en films norteamericanos –el uso reciente del término inglés "bullying" como si no tuviésemos los nuestros, demuestra que muchos sienten que es algo que viene del otro lado del Atlántico—, por lo que se podría calificar 'Cobardes' de película muy americana. Sin embargo, donde las cintas estadounidenses salen victoriosas, la patria falla: no hay identificación con el protagonista porque no se percibe como un auténtico adolescente, sino como una figura situada en un film para trasladarnos unas ideas. Las norteamericanas son películas en las que sí se puede ver el sufrimiento de la persona que padece este acoso, en las que la identificación que se produce con los protagonistas es inmensa, en las que puedes percibir el dolor de los creadores cuando recuerdan aquella etapa de su infancia. Se me ocurren ejemplos como 'Bienvenidos a la casa de muñecas', de Todd Solondz, o la serie de la que siempre os hablo, 'Freaks and Geeks', pero hay decenas.

Además, el comportamiento del protagonista es muy poco creíble por una serie de detalles que sería muy largo enumerar. Es mucho más interesante y más real el personaje del abusón, ya que tiene sus dudas y sus propias inseguridades. Tampoco nos creemos algunas decisiones de reparto, como emparejar a Elvira Mínguez con Antonio de la Torre. Y esa curiosidad que sentían algunas personas por ver cómo resultaría Paz Padilla en un papel serio, pues muy fácil: Paz Padilla sin hacer reír. Por ello, sin que se pueda decir que ninguno de los intérpretes esté mal, el trabajo actoral tampoco es lo que más se puede destacar de la película.

La fotografía es muy poco agradecida y el montaje no tiene demasiada chispa. Aunque los aspectos técnicos resultan secundarios cuando lo más profundo de la película está bien.

Con todo, 'Cobardes' es un buen intento de convertir un tema de actualidad en una historia personal, que ha triunfado en cuanto al desarrollo del argumento se refiere porque la trama interesa y produce ganas de seguir viéndola, pero que no ha logrado crear autenticidad o cercanía.

Más información en Blogdecine sobre 'Cobardes'.

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