Guillermo del Toro: 'Hellboy II: el ejército dorado', pequeña decepción

Guillermo del Toro: 'Hellboy II: el ejército dorado', pequeña decepción
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Si me pusieran en la tesitura de tener que elegir una sola de las ocho cintas que Guillermo del Toro ha puesto en pie hasta la fecha, y aún considerando como ya indiqué en su entrada, que 'El laberinto del fauno' (id, 2006) me parece su filme más redondo, es muy probable que terminara eligiendo a 'Hellboy' (id, 2004). Los motivos son varios, quedaron plenamente expuestos en la entrada que le dedicamos al filme en este mismo especial, y aluden a un espectro que se mueve entre el hecho de ser una espléndida adaptación del cómic de Mike Mignola y el haber conseguido posicionarse con los años y sus repetidos visionados como una de mis cintas favoritas de todas aquellas que han acercado posiciones entre séptimo y noveno arte.

Sabiéndose desde pocos meses después de su estreno que las intenciones del cineasta mexicano para con el personaje pasaban por filmar una trilogía, lo problemas financieros que llevaron al cierre de Revolution, la productora de la primera entrega de esa proyectada terna de producciones, dieron al traste de forma momentánea con los planes de Del Toro, que volcó entonces sus esfuerzos en la concreción de 'El laberinto...' a la espera de que algún estudio se interesara por las varias ideas que ya había comenzado a desarrollar junto a Mignola. Unas ideas que pasaban por alejar al filme de lo que habíamos visto en la primera parte y acercarlo a lo que las páginas del cómic estaban desarrollando cada vez más.

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El objetivo está más centrado en el folclore y el aspecto de cuento de hadas de Hellboy. Ya no son nazis, máquinas y científicos locos sino dioses antiguos y personajes que fueron expulsados de nuestro mundo. Guillermo del Toro

Con esta declaración, el cineasta dejaba claro lo que íbamos a poder encontrarnos en 'Hellboy II: el ejército dorado' ('Hellboy II: the Golden Army', 2008), unas intenciones que si bien sobre el papel abrían todo un nuevo abanico de posibilidades que determinaran la producción en modos completamente diferentes a lo que habíamos visto cuatro años antes, demostraban en última instancia quedar bastante lejos de lo que se había conseguido con 'Hellboy': por más que aquí ganemos en fastuosidad, en un diseño de producción que vuelve a demostrar ser el fuerte del cine del mexicano —y en el que podemos observar de nuevo muchas de las obsesiones del cineasta, como esos inmensos mecanismos de relojería— y en un ambiente que, como bien afirma el director, se asemeja muchísimo más a un cuento de hadas, lo cierto es que la solidez de su antecesora y el perfecto equilibrio que ésta establecía entre el humor y el resto de vertientes que iba tocando el guión, aquí se pierde en aras de buscar un tono menos umbrío que consiga acercar la producción a una audiencia más amplia.

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Quién sabe si los motivos para tal decisión cabría encontrarlos en el paso de la cinta a una major, Universal, o en el expreso deseo de Del Toro y Mignola de alejarse del talante adulto de 'Hellboy' pero, sea como sea, resulta muy significativo que al margen de sus cuatro protagonistas principales —unos Ron Perlman, Selma Blair, Doug Jones y Jeffrey Tambor que no parecen encontrarse tan cómodos en sus papeles como sí lo hacían en el primer filme—, esta segunda parte se parezca a su predecesora tanto como la noche al día: allí donde la primera hacía gala de un humor constante pero nada molesto, ésta carga las tintas en que los momentos cómicos sean de esos de vergüenza ajena, y ninguna escena ilustra mejor este hecho que aquella en la que Hellboy y Abe Sapien se emborrachan debido a la melancolía romántica del segundo. Ver para creer.

No es que esté afirmando, ni mucho menos, que dicha escena sea capaz de arruinar la función —nada más lejos de mi intención— pero su posición intermedia y la importancia que Del Toro le confiere hacen de ella un motivo de abrupta ruptura para con lo que el filme había conseguido hasta entonces, que tampoco es que fuera de una entidad sublime, pero al menos dejaba para el recuerdo el enfrentamiento de Hellboy con el elemental y la animada secuencia en el mercado, momento éste último que se señala de especial relevancia a la hora de caracterizar las sensaciones que transmite 'Hellboy II': sin querer esconder en ningún momento su condición de escena rodada en estudio, y volcada por completo en epatar al espectador con sus incontables diseños de criaturas y rincones, lo que Del Toro olvida hasta cierto punto aquí es conseguir que el guión sea lo suficientemente sólido como para sostener y justificar la pelea entre el demonio de la mano de piedra y Mr. Blink.

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Lejos de conseguirlo, la secuencia es una de tantas en la cinta que carece de sustrato, y si con respecto a ella el que éste no sea de especial calidad no supone ulteriores problemas, cuando hemos de fijar nuestra atención en el fundamental protagonismo de los hermanos Nuada y Nuala —muy irregulares tanto Luke Goss como Anna Walton—, es en las motivaciones del primero y en su forma de actuar y en el inane carácter de la segunda donde más hace aguas el libreto de Del Toro, un guión que tan sólo se torna interesante cuando, antes del clímax final, los protagonistas se encuentran con ese impresionante ángel de la muerte que apuntala lo que debería poder verse en una tercera y última parte de la trilogía...si es que ésta llega a rodarse algún día.

Lamentablemente, no parece que vaya a ser así, al menos por el momento ya que, si hemos de hacerle caso a Ron Perlman, "la cinta necesitaría ser el doble de grande que cualquiera de las dos primeras entregas", algo que implicaría una inversión que el descalabro en la taquilla estadounidense de 'Pacific Rim' (id, 2013) no posibilitaría al menos en el futuro inmediato. Una auténtica lástima cuando uno sigue leyendo el comentario del intérprete de las dos cintas y se encuentra con que "la visión de Guillermo para la última parte es de un alcance épico. Cualquiera no puede hacer esta película". Como él también apunta "(hacer esta película) podría matar en términos de exigencias físicas a alguien de mi edad, pero valdría la pena porque cualquiera que se siente y escuche la versión de Guillermo de cómo finaliza la historia termina completamente seducido por ella". Con la miel en los labios que dejan estas palabras, y a sabiendas de que los próximos proyectos del cineasta no pasan por 'Hellboy III', cerramos esta entrada con el deseo de que algún día pueda hacerse realidad y asistamos a ese apocalípsis de tintes épicos que promete la conclusión de las aventuras de este demonio tan singular.

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