'Un lugar tranquilo': un concepto perfecto para una película de terror en una peripecia post-apocalíptica imperfecta

'Un lugar tranquilo': un concepto perfecto para una película de terror en una peripecia post-apocalíptica imperfecta

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'Un lugar tranquilo': un concepto perfecto para una película de terror en una peripecia post-apocalíptica imperfecta

El mejor cine de terror sabe cuándo le conviene que limitar las percepciones del espectador y lo que éste sabe. El monstruo en la penumbra, el secreto que no se descubre hasta el final, el sonido de origen imposible, el grito y los sollozos inarticulados que reflejan un horror imposible de describir con palabras... mutilar a hachazos la formas que tenemos de comunicarnos es la mejor forma de dejarnos desvalidos e indefensos. Y el mejor cine de género le saca buen partido.

El concepto del que parte 'Un lugar tranquilo' es casi un high concept digno de un episodio de 'Twilight Zone' (su suave contenido metafórico y su mensaje humanista también ligan a la película de John Krasinski con la mítica serie de televisión de Rod Serling): estamos en un mundo muy cercano en el futuro, pero completamente arrasado por una invasión extraterrestre de criaturas feroces y letales, con una debilidad: son ciegas.

Eso obliga a los humanos a adaptarse a las nuevas circunstancias. Una familia formada por un matrimonio (Krasinski y Emily Blunt), dos hijos y una hija adolescente sorda (Millicent Simmonds) -lo que les ha facilitado la supervivencia, ya que conocen el lenguaje de signos- sufren al poco tiempo de la invasión una terrible tragedia, pero consiguen seguir adelante acostumbrándose al silencio. La sencillez del concepto es aplastante y las posibilidades para el suspense, infinitas.

'Un lugar tranquilo' encuentra su gran baza para el terror en convertir en vehículos para el terror absoluto y el peligro constante a las actividades cotidianas. Cocinar, dar un paseo o buscar víveres se convierten en posibles garantías de muerte segura, y Krasinski encuentra la forma, casi siempre, de dar una relativa verosimilitud a las situaciones. Casi siempre, porque la película se aleja de la perfección a causa de unos cuantos descuidos en el guion que posiblemente obedecen a una voluntad de hacer más accesible lo que cuenta.

Sin duda, a 'Un lugar tranquilo' le ha funcionado bien esa jugada, arrasando en la taquilla norteamericana y convirtiéndose en el tercer mejor estreno de la historia del género. Es normal: esta transformación de lo cotidiano en un horrible es altamente efectiva y propicia la identificación inmediata con la familia, que se multiplica cuando todo el acento del drama se pone en la crianza de los niños (y el que está por venir), lo que propicia alguna que otra sencilla y directa metáfora sobre las dificultades de sacar adelante una familia en circunstancias adversas.

Complicaciones argumentales

Sin embargo, en un guión que pivota sobre una idea base tan concisa hay que cuidar todos los aspectos que orbitan alrededor de ella. Hay trampas o aspectos poco desarrollados por parte de Bryan Woods, Scott Beck y el propio John Krasinski que alejan a 'Un lugar tranquilo' de la grandeza, como la algo decepcionante conclusión, que no encaja con el aparente talante obsesivo investigando a los monstruos por parte del personaje del padre.

Quietplace4

Tampoco encajan del todo según qué actitudes de la pareja de padres. O bien estamos ante el matrimonio más descuidado de la historia, o bien ni la tragedia que abre la película ni la propia decisión de tener un hijo tiene el menor sentido. Es muy curioso, teniendo en cuenta la base emocional del film y sus disquisiciones sobre las dificultades de criar cuando todo está en contra.

Unas cuantas trampas de guión (del maldito y conveniente clavo a la inteligencia variable de los alienígenas, pasando por comportamientos arbitrarios de los personajes, según interese al argumento) deslucen en parte el conjunto. Pero la sensación final, no obstante, es más que positiva: 'Un lugar tranquilo' es una película modesta y valiente, con unas cuantas decisiones que esquivan algunos tópicos del cine post-apocalíptico (de ponerse a pegar tiros a la mínima a entablar relaciones con otros supervivientes con la excusa del "nosotros-somos-los-muertos").

A veces, Krasinski incluso se permite facturar alguna que otra imagen de fuerte impacto, lo que lleva a la película más allá de un mero guión con gancho. Por encima de todo, el estupendo y tensísimo tramo -OJO, spoilers leves- relacionado con el parto y, sobre todo, el destino del bebé, quién sabe si feliz, sepultado en vida por su propio bien. Eso e ideas visuales más ligeras (ese periódico que brama desde su portada, posiblemente en su última edición, "It's the sound!", pura ciencia-ficción de los cincuenta) dan un sello distintivo a una película, desde luego no revolucionaria, pero sí vibrante y distinta.

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