Esta semana se ha estrenado una miniserie de ‘Presunto inocente’, tratando de volver a contar la historia que ya en los noventa causó fervor e incomodidad a través de las infidelidades matrimoniales. Resulta curiosa la casualidad que no sea la única serie en los últimos años que rescata un thriller con esa temática estrenado entre finales de los ochenta y primeros noventa.
Aquel periodo fue especialmente fértil para explorar las tensiones matrimoniales y los escarceos sexuales en el cine adulto, casi con tono de advertencia o moraleja para evitarlos si no se quiere terminar en un escenario fatal y peligroso. Un particular fenómeno producido a raíz del éxito de ‘Atracción fatal’.
Un romance peligroso
Uno de los sexythrillers por antonomasia y una de las películas más exitosas de la década de los ochenta, con 320 millones de dólares recaudados en todo el mundo. Michael Douglas y Glenn Close protagonizan esta apasionada y casi terrorífica película que forjó la reputación del director Adrian Lyne y que ahora se puede ver en streaming a través de Netflix además de en SkyShowtime.
En ella, Douglas es Dan Gallagher, un perfecto ejemplo del hombre exitoso de la década de los ochenta. Un trabajo lucrativo, una familia perfecta, una gran casa en las afueras. Y está dispuesto a tomar riesgos, como tener una aventura extramarital con Alex, el personaje de Close. A pesar de que debía ser una relación puntual, una canita al aire, se convertirá todo en su mayor pesadilla.
Hay pocos directores más ochenteros que Lyne, a pesar de haber sabido prolongar su estilo un poco más allá en el tiempo. ‘Flashdance’ fue uno de esos paradigmáticos ejemplos donde consigue ser un icono cinematográfico por estilo, no por una historia (de la que carece), y allí ya mostraba una fascinación por las relaciones y los cuerpos de las personas que terminan siendo piedra fundacional de sus thrillers eróticos.
‘Atracción fatal’: un thriller kamikaze
‘Atracción fatal’ lleva ese estilo a todas las consecuencias posibles, con unos bamboleos en el tono que serían mortales para cualquier otra película. Pero termina funcionando su manera de elaborar una fantasía que, gradualmente, cae en lo terrorífico a través de un slasher casi adulto. Y consigue funcionar ese resquebrajamiento de la tranquilidad familiar sin cebarse en exceso en un moralismo que, desde luego, no preserva en películas posteriores como ‘Infiel’ o la reciente ‘Aguas profundas’.
Su pericia técnica y narrativa tiene sus mejores aliados en una Close extraordinaria en este papel que habría resultado completamente histérico en otras manos, y también por un Douglas que no tenía reparos en absoluto en interpretar a personajes chungos. Juntos dan forma a una magia incorrecta, un placer perverso que sólo es posible lanzándose en plancha y arriesgándose a quemarse. Algo que el remake en forma de miniserie de hace unos años no supo entender.
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