Clint Eastwood: El debut en la dirección

Clint Eastwood: El debut en la dirección
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Para un director que ha de dirigirse como actor, uno de los problemas que ha de resolver es separar el personaje de la historia que cuenta del hombre que se sienta detrás del tomavistas.

En 1971, Clint Eastwood debuta en la dirección con ‘Escalofrío en la noche’ (horroroso título español para ‘Play Misty for Me’). Sus deseos de ponerse tras las cámaras se remontan a la serie ‘Rawhide’, en la que propuso varias veces el dirigir, petición que le fue denegada siempre. Sea como fuere, Eastwood pasó mucho tiempo fijándose en todos los directores que pasaron por la serie, y cómo no, con todos los que trabajó posteriormente, sobre todo su amigo Don Siegel, quien le convenció para dar el salto a la dirección, y quien fue convencido para participar con un pequeño papel en el film.

Cuando se le propuso a la Universal (con la que había firmado un contrato para coproducir y distribuir varias películas como actor) el dirigir la película, estos aceptaron a condición de que no pagarle nada como director. Eastwood aceptó sin pensárselo dos veces, y lo más sorprendente es que no metieron las narices en el rodaje, dejándole total libertad para hacer el film como a él le apeteciese. Únicamente tenía que comprometerse a protagonizar después un thriller o un western para la productora.

No leer si no se ha visto la película.

El argumento de ‘Escalofrío en la noche’ parte de una historia escrita por Jo Heims, a quien Eastwood le compró su relato, ofreciéndole el escribir el guión ayudada por Dean Riesner, por aquel entonces muy cercano al actor y a Siegel, para quien escribió varias películas. Dave Garner es un disjockey de Carmel (localidad de California en la que vive el propio Eastwood), que todas las noches ameniza a sus oyentes con el mejor jazz posible. Entre ellos hay una mujer, Evelyn, que le llama puntualmente todas las noche para hacerle una petición, el mítico Misty de Erroll Garner. Un día esa mujer hace acto de presencia, y Garver, mujeriego como muchos, se acuesta con ella pensando que la cosa no pasará de ahí. Nada más lejos de la realidad. Evelyn se convertirá en una verdadera pesadilla para Dave, amenazándole a él y todo su mundo.

‘Escalofrío en la noche’ es un thriller de suspense, con varios elementos añadidos que lo apartan un poco del género, permaneciendo como toda una curiosidad en la carrera de Eastwood. En unos años en los que el salto a la dirección por parte de los actores no se prodigaba tanto como en nuestros días, el actor no sólo sorprendió con su ópera prima, llamando la atención sobre la crítica (de público fue un éxito más bien modesto), sino que además, logró mantener un status como director que muy pocos actores lograron conservar en su salto al otro lado de la cámara. A la Universal no le preocupó en absoluto que Eastwood quisiese dirigir y arriesgarse en cierta medida con su primer trabajo como director; al fin y al cabo, él protagonizaba la película y no temieron por sus resultados comerciales, lo único que les importa a las grandes majors.

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Eastwood demostró una pericia narrativa que conecta directamente con la de su mentor, Don Siegel, con quien se permitió el lujo de bromear durante el rodaje (le hizo repetir una escena 11 veces, tras lo cual le dijo al operador que la siguiente sería la buena porque la cámara tendría película). Al mismo tiempo se aparta de su “maestro” (vamos a permitirnos esta licencia), arriesgándose sobre todo en el montaje. Sirva como ejemplo la secuencia en la que Garner pasea con su ex-novia, imágenes casi de postal, mientras los diálogos, desincronizados adrede, nos dan la información necesaria en esa secuencia. También se permite algún segmento con abierto tono documental, como la visita al Festival de Jazz de Monterrey (donde podemos apreciar al público mirando a la cámara), y que Eastwood rodó por su gran afición al jazz. De hecho, su primera película como director tiene un sentido carácter jazzísitico, por el hecho de resultar una obra libre que, cual melodía de jazz, navega alrededor de un tema, alejándose y volviendo a él, para terminar con una gran explosión. Eastwood consigue la atención del espectador, que éste se identifique con los personajes, le aleja de ellos a su capricho, los vuelve a acercar, creando y liberando tensión de modo que el público está a su merced. Al final, la liberación expresada en un directo puñetazo puede hacer que rompamos en aplausos.

Como actor, Eastwood siguió con la imagen que empezó a cambiar en ‘El seductor’, personaje al que Dave Garner se parece un poco, sobre todo por su carácter de empedernido mujeriego. Logra apartarse de la imagen de pistolero o justiciero que teníamos de él, haciendo creíble y cercano un personaje que una vez más, es fotografiado muchas veces en la oscuridad de su estudio (Bruce Surtees vuelve a ser el operador de cámara, logrando instantes muy poderosos). Al igual que en el film de Siegel, su personaje da con una mujer (en la otra película eran varias) a la que cree poder controlar, y ésta se rebela como alguien muy peligroso. Jessica Walter fue elegida por el propio Eastwood para realizar ese papel, logrando imponer su decisión a la major, donde querían otra actriz más conocida (Lee Remick). Walter realiza una interpretación prodigiosa, convirtiéndose en el alma mater del film (sobre todo porque a Eastwood le gusta renunciar a su lucimiento en beneficio de los demás actores), siendo temible e impredecible en cada plano en el que hace acto de presencia (la facilidad con la que Eastwood logra que la temamos aún cuando ríe, es de lo mejor de esta gran película). En un personaje muy, muy secundario, su amigo Don Siegel, dando vida al dueño del bar donde Garner para; una interpretación más anecdótica que otra cosa por lo que representa en la relación personal de los dos cineastas. Donna Mills da vida Tobie, la ex-novia de Dave que vuelve a entrar en su vida. Estawood la retrata muy bien en una secuencia muy comentada en su día, aquella en la que suena el tema de amor interpretado por Roberta Flack, The First Time Ever I Saw Your Face.

La crítica de la época habló de la influencia de Otto Preminger (por más que reviso el film no soy capaz de encontrarla) y sobre todo Alfred Hithcock. El maestro del suspense quedó maravillado con el trabajo de Eastwood, llegando a reunirse con él para un futuro proyecto (una película ambientada en un tren en el medio de Europa) que nunca vio la luz (Don Alfredo estaba ya muy enfermo). La parte final de ‘Escalofrío en la noche’ es la que más bebe del autor de ‘Psicosis’, película con la que guarda algún que otro parecido (el asesinato del policía que va a la casa de Dave a investigar), sobre todo en la extraordinaria secuencia de Evelyn intentado matar a Dave mientras duerme. La planificación en ese instante imprime una ambigüedad al momento (aportación de Eastwood para lograr apartarse del homenaje en sí, creando un propio estilo), en el que llegamos a dudar sobre si lo sucedido es real o no (una llamada de teléfono nos da la solución).

En 1987, un impresentable de nombre Adrian Lyne (sin una sola película buena en su haber), plagió ‘Escalofrío en la noche’ de cabo a rabo, y con todo el morro del mundo. El resultado fue una de las cinco finalistas en los Oscars de aquel año, algo que nos dejó a muchos con la boca abierta. Glenn Close heredó el personaje de Walter, pero no llegó a ser ni la mitad de amenazadora que Evelyn, amante del jazz y de la poesía de Edgar Allan Poe (detalle éste más sórdido de lo que parece), y que permanece para siempre en nuestra memoria, erigiéndose como una de las psicópatas más terribles del cine. Aún viéndola flotar en las aguas del Pacífico (la verdadera Jessica Walter hizo la escena sin necesidad de usar doble), uno teme que vuelva a levantarse, mientras Eastwood se aleja con un travelling panorámico a la inversa de como empieza el film, algo que se convertiría en marca de la casa, sobre todo en los thrillers.

Tanto Eastwood como Siegel quedaron muy satisfechos de ‘Escalofrío en la noche’, y enseguida volverían a trabajar juntos. Sería en la creación y dibujo de un personaje que haría historia: Harry Callahan.

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