Berlinale 2011: 'Innocent Saturday' (Alexander Mindadze) y 'Coriolanus' (Ralph Fiennes)

Berlinale 2011: 'Innocent Saturday' (Alexander Mindadze) y 'Coriolanus' (Ralph Fiennes)
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Definitivamente, algo intelectual es un desafío para mí.

(Gerard Butler)

El plato fuerte de la quinta jornada de la Berlinale 2011 (la de ayer) se titulaba ‘Coriolanus’, el debut como director de Ralph Fiennes, que también interpreta al protagonista. El excelente actor inglés vino a presentar la película acompañado por el guionista John Logan y tres compañeros de reparto, Vanessa Redgrave, Gerard Butler y Jessica Chastain, que pasó totalmente desapercibida en la rueda de prensa (sin embargo le hicieron bastantes fotos). El pase fue a las doce, tres horas después de que se proyectara una llamativa cinta sobre la tragedia de Chernóbil. Los dos títulos compiten por el Oso de Oro.

‘Innocent Saturday’, bailemos antes de morir

Coproducción de Rusia, Alemania y Ucrania, ‘Innocent Saturday’ (‘V Subbotu’, 2011) nos traslada al 26 de abril de 1986. Es sábado, y el reactor de la central nuclear de Chernóbil acaba de explotar. Nadie debe enterarse, mientras los miembros del partido huyen con la mayor discreción, pero el joven Valery (Anton Shagin) lo ha descubierto. Consciente de la tragedia que se avecina, corre a buscar a la mujer que ama, Vera, y tras revelarle lo ocurrido, intentan huir en el primer tren. No lo conseguirán y a partir de ahí, la posibilidad de escapar será cada vez más remota. La chica (Svetlana Smirnova-Marcinkevich) pide buscar los pasaportes, pero tarda en volver. De pronto, todo da un giro y el protagonista está buscándola en medio de una gran celebración de boda. Los excompañeros de Valery le piden que vuelva a ser el batería del grupo para animar la fiesta. De fondo, las llamas de la central, la amenaza invisible de la radiación, pero nadie huye.

Es una situación realmente desconcertante. Valery desea escapar, como es lógico para cualquier espectador, pero primero la chica (parece su exnovia) y luego sus viejos amigos lo retienen, obligándolo a participar en la celebración, a tocar, cantar, beber, reír. Todos ellos saben lo que ha ocurrido y saben que están condenados, pero aun así se agarran a lo que tienen en ese momento, y no a lo que está por llegar. Dice el ruso Alexander Mindadze, guionista y director del film, que siempre quiso rodar una historia relacionada con el accidente de Chernóbil, y centrarlo en toda esa gente que no escapó, le fascinaba retratar eso. Para él, la vida es más fuerte que la muerte. Para muchos espectadores, seguro, será complicado tolerar la actitud de los protagonistas, ver algunas partes del film sin desesperarse.

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Quizá la clave es verlo como si fuera el Titanic, y no hubiera botes para todos, así que los músicos siguen tocando, y todos intentan disfrutar el tiempo que les queda. Para mí, el problema es que Mindadze asfixia los encuadres, enfoca demasiado cerca a los actores, hay poco espacio y resulta incómodo ver muchas escenas. Tampoco me entusiasma que se dedique tanto tiempo a las canciones o a Valery corriendo de un lado para otro, podrían recortarse perfectamente, pero bueno, entiendo que es la manera que tiene el cineasta de transmitirnos las emociones del momento. Personalmente, me quedo con el trabajo de Shagin, que me ha parecido un intérprete formidable, y con las escenas donde se muestra la central, que resultan realmente inquietantes.

‘Coriolanus’, la caída de un guerrero

Siguiendo los pasos de Kenneth Branagh o Baz Luhrmann, en su ópera prima Ralph Fiennes traslada un texto de William Shakespeare a una época más reciente, manteniéndose fiel a los diálogos originales. Ambientada en nuestros días, ‘Coriolanus’ (2011) es una tragedia sobre el poder, el honor, los prejuicios y la manipulación política, que gira en torno a Cayo Marcio Coriolano (Fiennes), un brillante, violento y valeroso, general romano que tras combatir con éxito a sus enemigos, los volscos, regresa del campo de batalla convertido en un héroe. Pero en Roma tendrá que hacer frente a otros enemigos, unos de una clase que no puede combatir con sus habilidades. Es un hombre experto en la guerra, no en la política. El pueblo se opone a la elección de Cayo Marcio como nuevo cónsul, y tras fracasar el diálogo, el general es obligado a abandonar Roma, desterrado. Pero se arrepentirán…

Como cabía esperar, lo más valioso del film son las interpretaciones, todo el reparto (encabezado por Ralph Fiennes, Vanessa Redgrave, Gerard Butler, Jessica Chastain, Brian Cox y James Nesbitt) está muy comprometido con el texto, con sus personajes. Sobresalen Fiennes, que ya había interpretado esta misma obra en el teatro, está sencillamente sensacional, es pura energía, y Redgrave, dando vida a la madre del protagonista, la ambiciosa y patriota Volumnia. Lamentablemente, Fiennes se muestra muy torpe como director, lo cual es comprensible siendo su debut. Recurre en exceso a la cámara en mano en el tramo bélico, además de un montaje demasiado troceado, con tomas muy cortas, por lo que se hace imposible seguir lo que ocurre en la pantalla; por otro lado, le ocurre lo mismo que a Mindadze (y a otros muchos), enfoca muy cerca los objetivos, deja muy poco espacio en los planos, ocupados en la mayoría de los casos por los rostros de los actores, lo que unido al tembleque habitual y los constantes desenfoques provocados por los veloces movimientos de la cámara en mano, entorpece la narración, impide que uno pueda respirar y vivir la ficción.

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Rueda de prensa con Fiennes, Redgrave, Butler, Chastain y Logan

Esta vez apenas había sitio en la sala de prensa, salí con prisa del cine y ya quedaban pocas butacas libres cuando llegué (hay periodistas que vienen a esto solamente, el cine es algo secundario). La primera cuestión fue para Fiennes, sobre el origen de este proyecto; respondió que había representado ‘Coriolanus’ en Londres diez años atrás, y que ya entonces pensó que el material podría dar una película poderosa y contemporánea, todavía actual; “John Logan respondió a esta idea y escribió un guion increíble, era mi sueño hecho realidad”. Por supuesto, se le preguntó por su decisión de trasladar a nuestros días el texto de Shakespeare, y dijo que había considerado otras épocas, pero que cada vez que encendía la televisión, las imágenes le recordaban a la obra que había representado. Sobre las cuestiones que se plantean en el film, Fiennes reconoció que pueden resultar contradictorias, pero piensa que era el propósito de Shakespeare, intentar que el público se preguntara por cómo debe funcionar la sociedad.

Butler se tomó a broma que le recordaran sus últimas películas en Hollywood, pero en el fondo se notaba que no le hacía demasiada gracia. “Lo divertido es que empecé a hacer dramas y películas independientes, pero la gente no se acuerda, sólo se acuerda de las comedias románticas o de 300… es injusto”, dijo resignado, y recordó que había participado en musicales o películas de animación, que apostaba por la variedad. Sobre Shakespeare, comentó que le encantaba porque al interpretarlo se llegan a descubrir aspectos de uno mismo que desconocía, y que habla de temas que nadie escribe ahora.

Una periodista (la extraña del otro día) preguntó a Redgrave qué había intentado transmitir en sus escenas, y la veterana actriz respondió muy sorprendida: “Traté de transmitir lo que hay en la película”. Tras las risas, comentó algo de su personaje: “Lo más importante es su país, y su país no puede ser separado de su familia, por lo tanto su hijo es inseparable de su país”. Una mujer a la que se le caía la baba dirigiéndose a Butler, dijo que le había interesado mucho la manera en la que los dos hombres se enfrentan físicamente, y que le había resultado un encuentro más sexual que muchas escenas de amor representadas en el cine. “El elemento erótico está en la obra, el contacto físico debía sugerir algo parecido a hacer el amor”, contestó Fiennes, ante los gestos de incredulidad de su compañero de reparto.

JL Caviaro, 15 de febrero, Berlín.

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