'Feud: Capote vs. The Swans' fascina con su melancólica exploración del escritor, pero la temporada 2 de la antología en HBO Max no logra hacer justicia a su potente reparto

'Feud: Capote vs. The Swans' fascina con su melancólica exploración del escritor, pero la temporada 2 de la antología en HBO Max no logra hacer justicia a su potente reparto

Pocos además de Ryan Murphy podrían reunir a Demi Moore, Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny, Calista Flockhart y Tom Hollander, entre otros

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Una de las grandes obsesiones entre admiradores e incluso biógrafos de Truman Capote, célebre escritor responsable de las adaptadas 'A sangre fría' y 'Desayuno con diamantes' es el qué pasó para que 'Answered Prayers' no se terminase y, sobre todo, por qué decidió plantar toda una bomba en el famoso extracto de dicho libro 'La Côte Basque' donde traicionaba la confianza de algunas de sus amigas.

Este es, de hecho, el punto de partida de la esperada temporada 2 de 'Feud', la antología de Ryan Murphy que regresa siete años después de deslumbrarnos con la enemistad entre Bette Davis y Joan Crawford. En esta ocasión Murphy da un paso atrás para ceder el testigo a Jon Robin Baitz y Gus Van Sant para contar 'Capote vs. The Swans', que acaba de aterrizar en HBO Max con sus dos primeros episodios.

Con un reparto de esos que solo podría conseguir Murphy (Demi Moore, Naomi Watts, Diane Lane, Chloë Sevigny, Calista Flockhart y Tom Hollander entre otros), los ocho episodios de la temporada nos llevan por varias décadas de amistad y enemistad entre el aclamado escritor y estas cisnes, estas socialités que le cuentan sus intimidades.

Capote, el manipulador

Si hay una cosa que llama la atención de esta entrega es el cómo el guion de Baitz decide ir un poco a por todas con un retrato de Truman Capote como un (casi) sociópata y manipulador. En pocas pinceladas te da la impresión de estar tratando más con el protagonista de 'You' que con el escritor. Y no solo en las escenas más crudas, cuando se dedica a provocar y menoscabar a su amante John O'Shea, sino es un aura que tiene por toda la escena.

Esto, junto a la actuación que, a mi juicio, roza más la imitación que la encarnación de Capote por parte de Tom Hollander hace que nos encontremos con un protagonista que vive en cierta delgada línea entre el carisma y encanto y el repelús. Más allá de, bueno, relato de enemistades (que lo hay), estamos ante el 'Crepúsculo de los dioses', el triste e inevitable fin de una era narrado con cierta melancolía.

A pesar de no estar en las labores de guion ni dirección, sí que se nota el sello de Murphy a la hora de estructurar y plantear la historia. No solo ese gusto por la antropología queer que permea la obra de su factoría, sino también el tono ligero, los diálogos agudos y, por qué no decirlo, el gusto por "momentos de diva".

Se nota, pero no quiere decir que la obra no tenga la personalidad de sus máximos responsables, de Baitz y Van Sant que son, en definitiva, los que intentar ir más allá... a pesar de que no siempre están finos en su intención de que no nos ceguemos por las luces y las rencillas (ese "Las mujeres ricas originales" que nos prometían) para tener más los pies en la tierra.

Esto no quiere decir que no tengamos gestos airados y públicos, pero la temporada se preocupa por poner una lupa enfocando a los sentimientos reales de ofendidos y ofensores. Sin embargo, cuando tienes un reparto tan amplio siempre se corre el riesgo de no dar a todo el mundo la importancia que te gustaría o no presentar bien el mundo en el que nos movemos.

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Y aquí tenemos uno de los defectos de 'Feud: Capote vs. Swan': si bien el centro está en la amistad entre Capote y Paley (Watts), uno avanza en la serie con la sensación de que el resto de cisnes da un poco igual... incluso las que tienen un destino más clásico (la Ann Woodward de Demi Moore). Por momentos, uno siente cierto desperdicio de actrices.

Algo parecido pasa también con las ideas que sobrevuelan en la serie, que no son pocas. Ideas y temas que se quedan volando en círculos sin ganas aparentes de aterrizar. De esta manera, la serie se suele quedar algo más en la superficie de lo que le pide el cuerpo. Es, en líneas generales, mucho más melodramática que dramática, insuflando mucha melancolía a una temporada que, por otro lado, se ve fascinada por su exploración de Capote. Lástima que no sienta tanta fascinación por el resto.

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