Ahora, con el estreno de 'Avatar: Fuego y ceniza' en ciernes y James Cameron encumbrado al director más exitoso de la historia del cine, nos cuesta imaginar su fracaso de alguna manera. Sin embargo, en 1989, recién salido de 'Terminator' y 'Aliens', su carrera dio un bandazo inesperado con 'Abyss', uno de los rodajes más complicados de la historia del cine... en el que, de alguna manera, Cameron mostró una sorprendente empatía.
Rata inmunda, animal rastrero
El rodaje de 'Abyss' fue un caos. Tanques de agua con fugas, medidas de seguridad extremas, Mary Elizabeth Mastrantonio rompiéndose en mitad del rodaje, Ed Harris llorando al volver a casa, problemas constantes con los planos... Cameron prometió que jamás se metería en una grabación tan complicada como esta (se mintió a sí mismo, por supuesto), pero al menos sacó algo en limpio: una mascota. Sí, tal y como suena.
Es lo que ha confesado en una entrevista con The Hollywood Reporter (que os recomiendo leer en profundidad), donde ha contado cómo estuvo a punto de perder la certificación de que ningún animal había sido herido durante la producción. Y es que, para demostrar que la tecnología de fluido respirable que usaban en la película era segura, la probó en una rata... y acabó ahogándose. Dispuesto a no perder la certificación, Cameron le hizo la reanimación pulmonar y el bicho volvió a la vida.
Es más, Cameron decidió aceptarla como su mascota, a la que apodó "Beanie". Él mismo lo cuenta: "Beanie y yo nos unimos. Salvé su vida, éramos hermanos. Se solía sentar en mi mesa mientras escribía 'Terminator 2', y vivió hasta hacerse viejo. No parecía particularmente traumatizado, aunque sé que la película es ilegal en Reino Unido por 'crueldad animal'". Las ratas suelen vivir de 2 a 3 años, pero Cameron aún la recuerda con amor. Porque sí, tiene fama de director con mala leche, pero también tiene su corazoncito.
Eso sí, mejor no hablar de aquella vez que Cameron le pidió a los actores que se hicieran sus necesidades encima para evitar tener que salir y entrar del tanque del agua, o cuando Mastrantonio gritó "¡No somos animales!" saliendo del set enfadada porque la cámara se había quedado sin cinta, o el día que se apagó la luz cuando estaban a diez metros bajo el agua, o... Bien mirado, la anécdota de la rata quizá sea lo único bonito que se pudo sacar de ahí.
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