"No me gusta ni ver mis propias películas". Millie Bobby Brown confiesa que lo primero que piensa cuando le hacen una recomendación es cuánto tiempo va a tener que estar sentada

La estrella de 'Stranger Things' ha hecho que muchos se echen las manos a la cabezas tras afirmar que no ve películas

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En la mente colmena a la que inevitablemente terminamos perteneciendo de un modo u otro existe una suerte de lógica que establece de forma no siempre acertada una relación positiva entre trabajador, oficio y producto. Damos por sentado que a un pastelero deben gustarle los dulces, que un carpintero debe tener su casa repleta de muebles de madera y que un actor adora ver largometrajes y series, pero como suele decirse, en casa del herrero cuchillo de palo.

Millie no ve películas

Una buena muestra de que esta conexión no es una cuestión matemática la encontramos en Millie Bobby Brown. La actriz que saltó a la fama con su papel en 'Stranger Things' y que ha estrenado recientemente su cinta de aventuras 'Damsel' en Netflix, ha puesto patas arriba las redes sociales con unas declaraciones que se han convertido en poco menos que un asunto de estado y que podrían resumirse en que no ve películas.

La cuenta de Twitter Pop Crave ha recogido las declaraciones de la intérprete, en las que asegura lo siguiente:

"No veo películas. La gente viene y me dicen, 'Deberías ver esta película, te va a cambiar la vida', y yo contesto en plan, '¿Cuánto tiempo voy a tener que estar sentada?' Porque a mi cerebro y a mi no nos gusta sentarnos ni para ver mis propias películas".

Por supuesto, los comentarios a la publicación no se han hecho esperar, y no pocas personas se han llevado las manos a la cabeza culpando a TikTok de la incapacidad para mantener la concentración en la pantalla durante una hora y media y manifestando su incomprensión ante el hecho de que una persona que rueda durante meses sea incapaz de ver el producto resultante a posteriori.

Sea como fuere, y sin intención de ejercer de abogado del diablo, voy a entonar eso de "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" y a reconocer que soy el primero que hace un gesto de pereza gigantesca cada vez que veo metrajes superiores a los 110 minutos antes de enfrentarme a una proyección. El tiempo es oro, y la economía narrativa más aún.

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