'Licencia para matar' (cuarta película como director de Clint Eastwood), es el título, equívoco y tramposo, que recibió en nuestro país 'The Eiger Sanction', film que en 1975 hizo que Eastwood se desentendiese profesionalmente de la Universal, debido sobre todo a las campañas de promoción que utilizaban en la productora con las películas producidas por la Malpaso. En principio, era un proyecto para que Eastwood simplemente lo protagonizase (en el origen del proyecto, el actor elegido era Paul Newman), uno de esos films destinados a seguir cultivando su imagen de héroe de acción, que tan buenos resultados económicos le daba.
La película parece una especie de respuesta a la saga británica de James Bond, que en aquellos años era tan popular, una cinta de espías en misiones secretas, enfrentados a agentes dobles, con chicas guapas y mucha acción. Pero 'Licencia para matar' escapa un poco al esquema de las cintas de 007, por cuanto las escenas de acción huyen de la espectacularidad típica, haciéndolas lo más realistas posible, algo que en la película de Eastwood se preocuparon de enfatizar.
Eastwood da vida a Jonathan Hemlock, un asesino a sueldo retirado que no quiere saber nada de misiones secretas. Vive dando clases de Historia en la Universidad, y su gran pasión es coleccionar valiosos cuadros, obras maestras de la pintura. Hasta él llega la organización de Dragón, que le encargan, bajo chantaje, un nuevo trabajo, asesinar a un agente que ha matado a uno de los suyos. Hemlock accede, garantizándose su última misión, además de una suculenta cantidad de dinero. El problema es que no conocen la identidad del asesino, sólo que éste se encuentra en un equipo de alpinismo que escalará el peligroso monte Eiger en los alpes suizos (de ahí el título original que traducido sería La sanción del Eiger).
Eastwood quiso convencer a su amigo Don Siegel de que dirigiese la película, pero éste rehusó la proposición alegando que ya estaba mayor para dirigir una película de la cual una buena parte se rodó prácticamente haciendo alpinismo, por lo que el director de 'Harry el sucio' le recomendó a Eastwood que fuese él el director. Después del estreno Siegel confesó que la película no le gustaba destacando sólo el trabajo tras las cámaras de su buen amigo. Lo cierto es que 'Licencia para matar' es una película extraña, en casi todos sus aspectos. Desde el tono legido hasta la descripción de personajes, pasando por el propio argumento.
Jonathan Hemlock parece una nueva clase de héroe de film. Un asesino a sueldo retirado, que vive bien gracias a sus anteriores trabajos, y que parece disfrutar dando clases en la Universidad. Precisamente la escena de presentación del mismo inspiró pocos años más tarde otra mucho más famosa con cierto arqueólogo dando clases. Evidentemente me refiero a Indianas Jones, donde Spielberg homenajeó a su admirado Eastwood con una secuencia prácticamente idéntica hasta en planificación, cambiando simplemente un par de detalles: el intento de seducción de una alumna mientras Hemlock (o Jones) dan la clase. Eastwood llega más allá mostrando el rechazo de Hemlock, para mostrarnos a alguien con cierto sentido de la moral, algo chocante si tenemos en cuenta que se ganaba la vida matando gente.
Como personaje en sí, Hemlock no es demasiado atractivo o interesante, y Eastwood lo adapta a su universo particular, mostrándonos una vez más a alguien que está por encima del bien y del mal. A su lado George Kennedy, que ya había trabajado con Eastwood en 'Un botín de 500.000 dólares', interpreta a un viejo amigo (Ben Bowman) aficionado a la escalada y cuya relación está algo desaprovechada en el guión, perdiéndose una oportunidad única de hablar sobre la amistad traicionada (Bowman, en un abrupto giro de guión resulta ser el espía que Hemlock busca, y la excusa no es del todo convincente). Sí llama la atención el jefe de la organización, llamado Dragon, interpretado por Thayer David, un misterioso albino que necesita transfusiones de sangre cada dos por tres, y no aguanta la luz del día. Vonetta McGee es el reclamo femenino de toda película de espías, aunque su personaje no tenga demasiada relevancia.
'Licencia para matar' cambia la espectacularidad de las escenas de acción de los films de espionaje por la espectacularidad de varias escenas en las que los personajes practican alpinismo. Dichas escenas no contienen ni un sólo efecto especial, fueron realizadas por el propio Eastwood que vio como la Universal se ponía a rezar pensando que su estrella más taquillera podría salir herida en el rodaje de las mismas. De hecho, un miembro del equipo falleció aplastado por una roca el segundo día de filmación, algo de lo que fue testigo el director y le impresionó fuertemente. La belleza de las escenas de escalada es innegable, Eastwood consigue planos preciosos, tanto en el Eiger como las escenas en Monument Valley, escenario explotado por John Ford en varios westerns, género al que Eastwood pertenece por derecho propio. El problema es que por muy bonitas que sean dichas escenas, el realizador se detiene demasiado en ellas, y el film se resiente en el ritmo.
Con todo 'Licencia para matar' gana con el paso del tiempo sobre todo por la sobriedad de su puesta en escena. Como curiosidad se puede observar que la banda sonora corre a cargo del gran John Williams con una melodía en verdad muy acertada, el mismo año que hizo el score por el que ganó su segundo Oscar: 'Tiburón', un film que pudo haber protagonizado Eastwood, en el papel que luego hizo Roy Scheider.
Eastwood acabó exhausto del rodaje de la película, por lo que su siguiente trabajo como actor lo encargaría a otro director, Philip Kaufman, para al poco de empezarlo sustituirle y terminar firmando una de sus mejores películas como director: 'El fuera de la ley'.
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