Clint Eastwood: 'Un botín de 500.000 dólares'

Clint Eastwood: 'Un botín de 500.000 dólares'
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'Un botín de 500.000 dólares' es el título que en nuestro país tuvo 'Thunderbolt and Lightfoot', la ópera prima de Michael Cimino, director al que descubrió Clint Eastwood, dándole aquí la oportunidad de dirigir tras haber escrito parte del guión de 'Harry el fuerte', la exitosa segunda entrega de las aventuras de Harry Callahan. Recordemos que el caso de Cimino es uno de los más llamativos en la historia de Holllywood. Tras ser apadrinado por alguien de la fama de Eastwood, consigue el reconocimiento de la Academia al ser premiado merecidamente por una obra maestra del calibre de 'El cazador' (The Deer Hunter', 1978), para dos años más tarde arruinar a la United Artists con 'La puerta del cielo' ('Heaven´s Gate', 1980), hermoso western lírico que fue destrozado en su distribución, acortando en casi una hora su duración.

Cinco años tardó en volver a ponerse tras las cámara, regresando con la que para muchos es su mejor película, la impresionante 'Manhattan sur' ('The Year of the Dragon', 1985), para dos años más tarde volver a caer en los fracasos económicos (lo único que les preocupa a los grandes estudios) con 'El siciliano', con un imposible Christopher Lambert, seguida de '37 horas desesperadas', nada desdeñable remake de una de las obras maestras de William Wyler, y 'Sunchaser' que sólo la vimos cuatro gatos. Ahora Cimino vive en Francia, donde ha publicado varios libros y sigue escribiendo guiones, soñando tal vez con encontrarse con alguien como Eastwood, que le dé una oportunidad, como la que el actor le dio en 1974.

'Un botín de 500.000 dólares' es un thriller rural, con toques de road movie, que narra la historia de un famoso atracador de bancos (Thunderbolt) que entabla amistad con un delincuente de poca monta (Lightfoot) que intenta emularle en todo, mientras son perseguidos por antiguos socios del primero, que creen se ha quedado con el botín de un importante atraco. Será el novato el que proponga la idea de repetir el atraco en el mismo sitio utilizando los mismo métodos.

Eastwood, una vez más en su carrera, da vida a un antihéroe, rompiendo esquemas sobre su propia imagen. El inicio es un indicativo de cómo Eastwood trata sus personajes y el reflejo que éstos desprenden hacia un espectador que cree haberlo visto todo cuando se trata de asistir a películas de sus actores predilectos. Eastwood da vida a un peculiar predicador (no sería la única vez), al que un particular visitante en su parroquia empieza a disparar. La persecución que sigue a continuación, en la que el perseguido guarda una calculada distancia con su perseguidor, de forma que éste no le alcance con los disparos de su arma, indica al final de la misma que ambos personajes están cansados. No nos encontramos ante dos personajes jóvenes que se lían a tiros en una secuencia de acción. Es entonces cuando Lightfoot hace acto de presencia con un coche robado, conduciendo de forma temeraria, haciendo gala de su juventud y vitalidad. Ambas personalidades han sido expuestas, y su encuentro no puede ser más contundente.

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'Un botín de 500.000 dólares' fue una de las primeras películas que se inscriben dentro del subgénero buddy movies, impulsado durante aquellos años por films como el presente o 'Dos hombres y un destino', que poco antes había sido un superéxito taquillero ganador de varios Oscars. Precisamente lo mejor del film de Cimino son sus dos personajes centrales, algo a lo que contribuyeron las interpretaciones de Clint Eastwood y Jeff Bridges, que por aquel entonces venía de protagonizar las prestigiosas, y maravillosas, 'La última película' de Peter Bogdanovich, y 'Fat City' de John Huston, y cuya actuación en 'Un botín de 500.000 dólares' le reportaría una más que merecida nominación al Oscar a mejor actor secundario. Ambos actores tienen una compenetración perfecta, muy bien reflejada en pantalla. Dicen que Cimino le sugirió a Bridges que durante el rodaje estuviese todo el tiempo intentando hacer reír a Eastwood, al que muy pocas veces se le había visto sonreír en pantalla. El joven actor así lo hizo, logrando que Eastwood nos mostrase hasta dónde pueden llegar sus labios cuando sonríe. Esto se aprecia en los distendidos momentos de humor que el film tiene, y en los que Bridges da lo mejor de sí mismo.

Como toda ópera prima en la que casi siempre se quiere abarcar demasiadas cosas, en 'Un botín de 500.000 dólares', Cimino toca varios palos. Siendo en su totalidad una película de hombres y para hombres (la mujer apenas tiene cabida en el relato, y cuando hace acto de presencia es para ser usada como elemento puramente sexual), se refuerza el universo de la amistad masculina, reflejada en la evolución que sufren Thunderbolt y Lightfoot, a pesar de que el primero le advierte al segundo que llega diez años tarde para ser su amigo, enfrentada a la relación que Thunderbolt tiene con sus antiguos compañeros (interpretados por dos excelentes actores que no sería la última vez que trabajarían con Eastwood, George Kennedy y Geoffrey Lewis), donde la traición está a la orden del día (¿ecos de Peckinpah?). En el viaje de los personajes, Cimino se para en retratarnos una América rural a través de estrambóticos personajes, como el del hombre que conduce como un loco y tiene el tubo de escape de su coche conectado al interior, recreándose en los extensos paisajes de Montana. Al mismo tiempo, el director construye un film sobre golpes perfectos, en el que su parte final está dotada de un excelente dominio del suspense y la violencia. Sirva como ejemplo la secuencia en la casa del director del banco, al que obligan a decir el número de la combinación de la caja fuerte, o el golpe en sí, en el que vemos un enorme cañón, recuerdo de la Guerra de Corea, en la que combatió Thunderbolt (no sería la única vez que Eastwood interpretase a un veterano de dicha guerra). Cimino no es capaz de mezclar todos estos elementos y encontrar el equilibrio perfecto, acentuándose además con un torpe uso de las elipsis.

Aún así, 'Un botín de 500.000 dólares' permanece como una estupenda película, cuyos máximos atractivos están en las relaciones entre sus personajes, perdedores eternos en un mundo en el que no se adaptan. La ironía final, aquella que señala que el mundo es de los que tienen experiencia en sobrevivir, se presenta a través del cumplimento del sueño americano en la figura de un botín escondido tras la pizarra de una vieja escuela, para poder acariciarlo y soñar lo que se hubiera hecho con él, antes de caer en brazos de la muerte mientras Thunderbolt acompaña a Lightfoot en su viaje de destino incierto.

La película fue un moderado éxito que no afectó lo más mínimo a la carrera de Eastwood, quien ya se encontraba pensando en dirigir un curioso thriller de alpinismo, 'Licencia para matar', en el mismo año en el que no pudo trabajar en 'Tiburón' de Steven Spielberg, pero de eso hablaremos en el próximo episodio. Mientras tanto os dejamos con el precioso final de 'Un botín de 500.000 dólares', en el que se puede escuchar una bonita canción de Paul Williams.

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