'Tetro', el cineasta frente al espejo

'Tetro', el cineasta frente al espejo
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Sólo hay espacio para un genio en esta familia...
             -Carlo

En mayo de este año, Coppola presentaba en Cannes su nueva película, la última hasta la fecha y la que cierra este larguísimo estudio que desde finales de febrero intenta analizar en profundidad la carrera de uno de los más grandes directores vivos. Y no lo hacía en la sección oficial a concurso, ni siquiera fuera de concurso, sino en la Quincena de Realizadores, una sección paralela dedicada sobre todo a nuevos realizadores y quizá a películas fuera de toda norma. Coppola, astuto como siempre, declaró que se sentía más a gusto en esa sección que en ninguna otra.

Pero lo que queda claro es que, tal como decíamos en el anterior capítulo, dedicado a 'Youth Without Youth', Coppola quería ganarle definitivamente la partida al tiempo, y había decidido lograrlo convirtiéndose, de nuevo, en un cineasta amateur, por decirlo de alguna manera. Y si esto significaba acudir a una sección a la que podría haber llevado 'Llueve sobre mi corazón', pues estaba dispuesto a hacerlo. Eso sí, las reacciones no fueron exageradamente positivas, más bien distantes.

Una película que ganará con el tiempo

En mi opinión, se han dicho muchas exageraciones sobre esta película, por parte de un colectivo crítico que se ha encontrado bastante despistado a la hora de valorar una propuesta que se aleja, premeditamente, de todos los trabajos previos de este cineasta. Tampoco voy ahora yo a decir que sea algo maravilloso, pero creo honestamente que el recibimiento ha sido bastante injusto, pues aunque 'Tetro' podría haber dado más de sí, de nuevo, y tal como ocurre con 'Youth Without Youth', la diferencia entre lo buscado y lo encontrado es bastante pequeña.

La pregunta, por supuesto, es por qué Coppola ha decidido un cambio de estilo tan radical en esta película, y por qué se ha permitido tantos caprichos en un guión un tanto rocambolesco, que acaba cuajando por la tremenda pericia narrativa de este artista, pero que parece a punto de hacer aguas en un par de momentos. Por supuesto que Coppola siempre cambia de estilo en cada una de sus películas (lo que proporciona munición a sus menos ingeniosos detractores), pero además estamos ante una de sus películas más crípticas, íntimas y sinceras.

Lo mejor de todo es que un primer visionado, aunque en ocasiones deja al espectador un tanto despistado, pide una segunda oportunidad, pues las aristas de este relato apasionado, aunque imperfectas, poseen una rara verdad, resultado de la enésima indagación de Coppola en las miserias de una familia disfuncional, que ha sufrido un hecho traumático y en la que las ambiciones y las envidias amenazan continuamente con su desintegración.

Principalmente, 'Tetro' habla de dos hermanos, y la relación entre ambos es la columna vertebral del filme. Eso externamente. Porque internamente se trata de un relato en torno a la dificultad de la creación de una obra de arte, e incluso sobre la fugacidad de la inspiración y el sacrificio de un artista, que entrega lo mejor de su interior quizá para no ser comprendido jamás, o lo que es peor: para ser agasajado. Coppola, que primero se refugió en Rumanía y ahora lo hace en Argentina, filma con un hermoso blanco y negro que recuerda a 'La ley de la calle'. También hay flash-backs a color filmados con super-8, y algunas secuencias líricas en las que Tetro (un buen Vincent Gallo, actor que pocas veces me gusta) imagina momentos importantes de su vida transformándolos en secuencias de cine musical, claros homenajes a Powell y Pressburger.

La película alterna momentos muy conseguidos, con otros dubitativos, como los diez primeros minutos después del reencuentro entre ambos hermanos, en los que el tono y el ritmo parecen no encontrar su forma. A continuación empieza la verdadera película, y hallamos una ironía muy de agradecer, así como un tono lúdico que despeja la mente de otras escenas más graves. Finalmente se acaba entrando en este juego tan extraño, no sin pasar por alto sus desequlibrios, y se concluye con un final muy hermoso, que vuelve a confirmar el talento de este hombre para cerrar de forma inmejorable sus historias (al contrario que su amigo Spielberg). En cuanto a los actores, la mejor, sin duda, Maribel Verdú, que borda su difícil y muy poco agradecido papel, y que llena la pantalla, cada vez que aparece, de belleza e inteligencia.

Conclusión a un estudio

Coppola ya prepara nueva película, que de momento, que yo sepa, no tiene fecha de rodaje, y mucho menos de estreno. No sería de extrañar que tuviera algo que ver con sus dos últimos trabajos como director, y muy poco con películas más comerciales o encargos de Hollywood. A estas alturas de su vida, con setenta años recién cumplidos, y con su intensa trayectoria creativa, Coppola está dispuesto, según sus propias palabras, a "llevar a cabo películas que quizá sólo haría para mí mismo y guardaría en un cajón".

En mi opinión, el maestro se engaña. Aunque es cierto que sus dos últimos esfuerzos pueden responder a esa vocación amateur, ambos han sido presentados en importantes festivales europeos (Roma y Cannes) y el gélido recibimiento por parte de pública y especialistas, le ha dolido más de lo que a veces quiere admitir. Esto no significa que vaya a cambiar nada de lo que tenga en mente hacer, pero sí que, por mucho que intente evitarlo, Coppola es un artista muy ambicioso que jamás se contentaría con filmar para sí mismo.

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Se trata de un hombre que, desde pequeño, ha querido ser comprendido. También admirado, por supuesto. Pero sobre todo escuchado y comprendido. Muchos de sus colaboradores y amigos le ven como a un niño con canas, solitario y brillante, incapaz de contentarse con un trenecito de juguete, y fabricando uno a escala real para satisfacer sus necesidades creadoras. Sin embargo no parece que las fuerzas le sobren en este último tramo. Quizá nunca más veamos obras del calibre de las que pudo hacer en los años setenta.

Pero al menos, con cada nueva película, podremos ser testigos de la personalidad y del empuje vital de un hombre asombroso, con una trayectoria asombrosa, y que nunca dejará de expandir los límites de su obra, aunque esta resulte finalmente, como la del propio Tetro, inacabada.

Concluimos también en Blogdecine con este largo estudio, en el que algunas de sus películas han sido profundizadas a veces plano a plano, esperando ofrecer ideas nuevas acerca de la obra de este gran hombre de cine. Quizás el esfuerzo ha merecido la pena.

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