BBC tardó más de un año en traernos la segunda temporada de ‘Luther‘, y quizá las ganas que teníamos de que volviera han sido definitivas para que no nos gustara tanto como la primera temporada, que sorprendió mucho. La cadena encargó dos especiales de dos horas de duración, algo así como dos películas para televisión que, finalmente y a última hora, fueron divididas en cuatro partes que se emitieron durante cuatro semanas consecutivas. Y aquí está el primer fallo de esta segunda temporada, en dos capítulos que fueron creados para emitirse de forma consecutiva, pero que al partirlos en trozos pierden parte de su entereza.
El segundo fallo, y probablemente el más grave, ha sido la ausencia de Alice Morgan. Esa maravillosa psicópata que nos presentaron en el primer capítulo de la serie ha sido relegada aquí a unas cuantas escenas en los dos primeros capítulos; durante los seis primeros episodios nos fascinó su carácter, la facilidad con la que se las arreglaba para poner en apuros y, a la vez, ayudar a John cuando lo necesitaba. Y, sobre todo, nos fascinó la relación entre ambos, ese toma y daca en el que Alice se hacía partícipe de la autodestrucción de Luther, y que acabó con ambos metidos hasta las cejas en la persecución del compañero traidor de John.
Ellos son el Coyote y yo soy el Correcaminos. Mic mic.
Las pocas escenas que ambos han compartido han sido, de nuevo, lo mejor de la serie, pero la marcha de Alice se ha notado mucho. Sin ella, el personaje principal queda a expensas de unos secundarios que, ni de lejos, alcanzan la perfección y la definición del personaje interpretado por Ruth Wilson. Este año, además, no hemos tenido una trama que tocara a Luther tan de cerca; sí, todo el rollo de la chica usada para el porno hardcore ha hecho que estuviera de nuevo metido hasta las cejas en un asunto que no le traería más que problemas, pero viendo cómo se ha desarrollado todo y el final tan simple que le han dado, bien se lo podrían haber ahorrado.
Da la sensación, o al menos así es como lo veo yo, que ‘Luther‘ hubiera funcionado mejor en su segunda temporada si se hubieran centrado por completo en la resolución de los dos casos que nos planteaba, sin tramas artificiosas alrededor que nos distrayeran de lo que de verdad importa. Han sido tres psicópatas que, de nuevo, han creado situaciones de tensión como pocas series saben hacer. Eso sí, en muchas ocasiones la resolución de las tramas se ha notado excesivamente forzada, y las iluminaciones de Luther en las que se da cuenta de los entresijos de cada caso han sido especialmente poco creíbles. Pequeñas licencias que se perdonan.
En ¡Vaya Tele! | ‘Luther’ siente la sombra de Alice Morgan
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