La tecnología crece a pasos agigantados dentro de la industria del cine y del entretenimiento, una evolución que, con grandes avances va dejando en el camino ideas que, en su momento parecieron buenas, pero que, en realidad, resultaron ser todo un fracaso, como en su momento fue DivX, un sistema de suscripción de contenido por DVD en el que había que pagar por ver tu película favorita, sin embargo, esta no estaría disponible siempre como lo son las producciones en las plataformas de hoy en día.
La historia se remonta a 1997, cuando el DVD comenzaba a consolidarse como el estándar para la reproducción de películas en casa. Ese año surgió una alternativa que prometía revolucionar la industria: el DivX. Desarrollado por Circuit City, este formato digital ofrecía una calidad de imagen superior al VHS, a un precio más asequible que los primeros reproductores de DVD. Sin embargo, a pesar de sus ventajas iniciales, el DivX no logró imponerse y quedó relegado a un segundo plano.
Desarrollado como una estrategia de suscripción en la que las personas pudieran disfrutar de sus películas favoritas en casa, lo cierto es que esta idea quiso aprovechar el auge de la conexión telefónica a internet para diseñar un nuevo modelo de consumo de películas desde los hogares que, si bien era algo muy alejado a lo que es ahora el streaming, supo ver el potencial del internet en la difusión de material para el entretenimiento desde casa.
Una buena idea cargada de tropiezos
Aunque si fue muy visionario el plantearse la idea de utilizar internet para, de alguna forma, ofrecer películas a los amantes del cine, en sus inicios el primer problema con el que los consumidores de este formato se enfrentaron fue con el hecho de que había que comprar un reproductor especial para las películas de formato DivX, ya que, aunque los reproductores DivX eran compatibles con los discos DVD, no todos los discos DVD eran compatibles con los reproductores DivX.
Esta falta de compatibilidad generó confusión entre los consumidores y desalentó las ventas, pero no sólo eso, sino que también marcó una amplia desconfianza hacia este tipo de reproductores, que necesitaban de una conexión a internet para poder verificar el disco que quería reproducirse, ¿la razón? Las personas sólo podían ver por 48 horas el contenido que habían alquilado, pasado ese tiempo, el DVD simplemente se bloqueaba y había que pagar más para poderlo reproducir de nuevo.
Justo esta esta era la razón por la que los reproductores especiales tenían que estar conectados a internet: a través de un código único en cada disco, se podía activar la visualización del contenido del DVD, pasado el tiempo de suscripción, se bloqueaba hasta que el cliente pagara de nuevo, o simplemente el disco quedaría inservible.
CircuitCity: solos contra el mundo
Lo que en un principio se pensó que fue una gran idea en desarrollo, pronto se convirtió en un fracaso que le costó a CircuitCity un total de 337 millones de dólares, y es que, como lo confirmó en su momento Jim Porter, del boletín de noticias del sector DiskTrend: "Subestimaron la sensibilidad de la gente a tener un único estándar y subestimaron la dificultad de conseguir que todos los estudios cinematográficos se comprometieran con ellos".
Otro de los movimientos que marcó la muerte de este formato fue que, cuando los principales fabricantes de productos electrónicos de consumo, como Philips, Sony, Panasonic y Toshiba tardaron años en ponerse de acuerdo sobre un estándar para los reproductores de DVD-ROM, apenas unos meses después de que finalmente lo consiguieran, Circuit City anunció el lanzamiento de DivX, una arriesgada idea con la que llegaron tarde a la carrera y nadaron contra la corriente.
Si bien Divx era un blanco fácil para los consumidores frustrados por años de productos obsoletos de los fabricantes de computadoras y productos electrónicos de consumo. La rivalidad entre Divx y el DVD se comparaba entonces con la guerra Beta-VHS, sin embargo, la muerte temprana de Divx fue más bien el resultado de batallas perdidas entre los consumidores que lucharon una guerra anterior entre estándares, dispositivos y formatos.
Una batalla de la que sólo queda la nostalgia de películas que nunca llegaron a verse (y ni se verán) que ahora son ofertadas en eBay por apenas una docena de dólares.
Foto de Phil Hearing en Unsplash
Ver 3 comentarios