Ciencia-ficción: '2010: Odisea dos', de Peter Hyams

Ciencia-ficción: '2010: Odisea dos', de Peter Hyams

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Ciencia-ficción: '2010: Odisea dos', de Peter Hyams

Arthur C.Clarke ya había hecho lo propio, muchos años después de que el mundo se dejara maravillar, al dar continuidad literaria no ya al breve 'Sentinel' en el que Kubrick se había apoyado con la ayuda del escritor para rodar ese pináculo de la ciencia-ficción y el séptimo arte que es, fue y será, '2001: Una odisea en el espacio' ('2001: A Space Odissey', Stanley Kubrick, 1969); sino al guión que ambos pusieran en pie y que el primero transformaría en novela a publicar casi coincidente con el estreno del filme.

Y si lo había hecho Clarke, era obvio que el cine, en su incesante búsqueda de cómo perpetuar una misma idea iterándola hasta su punto de rotura, no iba a demorarse en trasladar a imágenes en movimiento ese nuevo viaje a la fascinación de perfectas proporciones encarnada en la negrura del monolito que Dave Bowman, Frank Poole y HAL9000 habían ido a observar en la órbita de Júpiter y que cambiaría por completo la faz del género en los años por venir, convirtiéndose tanto en paradigma del mismo como en mayor hito de una filmografía —la de Kubrick, claro— plagada de principio a fin de obras dignas de admiración.

"Tu trabajo es que impedir que se ruede"

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A sabiendas de que el séptimo arte no tardaría en llamar a la puerta de su retiro tibetano —es un decir, claro está— Clarke se puso en contacto con Kubrick al poco de publicar '2010: Odisea dos' para, bromeando, traslardarle el comentario que encabeza esta sección. Una broma que parecía encerrar, no obstante, el evidente temor del escritor por que las manos que fueran el libro no estuvieran a la altura de lo que las circunstancias exigían y el resultado fuera a ser una producción menor que palideciera en comparación con su predecesora.

Pero, seamos francos, el texto de Clarke basaba su eficacia en términos completamente diferentes a los que había puesto en pie algo más de una década antes con '2001' y las muchas ramificaciones de su guión quedaban reducidas en la continuación a un tramo final que orientaba sus miras a un discurso menos filosófico y existencial y más fantástico. Unamos a ello el más que constatable hecho de que, por mucho que quisiera el director de turno, hacerle sombra al cineasta neoyorquino era tarea imposible y obtendremos como resultado el porqué toda vez la MGM se hizo con los derechos, Peter Hyams se puso en contacto con director y guionista para solicitar su venia.

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Tuve una larga conversación con Stanley y le dije lo que pensaba: que si tenía su aprobación haría la película y que no la rodaría sin ella. No me planteaba filmar sino era con la bendición de Kubrick. Es uno de mis ídolos; simplemente uno de los más grandes talentos que ha pisado la Tierra. Él me respondió, más o menos: "Claro. Hazla. No me importa". Y en otra ocasión añadió: "No tengas miedo. Haz tu propia película".

Y eso fue justamente lo que Hyams hizo, rodar un filme que, por supuesto, no es ni la sombra de lo que Kubrick nos acercara quince años antes y que, ante todo, resulta una propuesta mucho más convencional e infinitamente menos compleja —y, para qué engañarnos, ambiciosa— que aquella con la que el responsable de 'Espartaco' (id, 1960) había sorprendido a propios y extraños a finales de los sesenta. ¿Significa ésto que '2010: Odisea dos' ('2010', 1984) sea un desdeñable producto ochentero? Ni mucho menos.

'2010: Odisea dos', un esfuerzo encomiable

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Plenamente consciente de ello, de que por mucho que pudiera llegar a esforzarse, su trabajo nunca estaría a la altura de su admirado colega, Hyams deriva su puesta en escena y la totalidad de la producción hacia dos horas de espléndido entretenimiento en las que la acción puntual prima sobre la contención y en las que se alterna un discurso socio-político muy propio de los años ochenta y de la américa de Reagan con los tintes cosmológicos que apunta Clarke en su novela. Una mezcla a priori extraña de la que sale como resultado un filme sorprendentemente coherente.

Con la Guerra Fría en casi su máximo apogeo, Hyams introduce en su adaptación —que da continuidad a ciertos aspectos del filme predecesor como el planeta de destino, ignorando así el texto de Clarke— la amenaza de un inminente enfrentamiento a escala global entre las dos potencias nucleares para que sirva de trasfondo y marco paradójico de la misión conjunta entre yanquis y rusos a la órbita joviana en la que se encuentran la Discovery, el monolito y los muchos secretos que ambos encierran.

A través de la inclusión de esa amenaza tan lejana que se mantiene a lo largo de todo la acción y que, en última instancia, aporta más sentido al mensaje final que emite la inteligencia detrás del monolito, Hyams construye una cinta que va al grano y sobre la que una de las mejores cosas que puede afirmarse es que no le sobra ni un minuto de metraje, ya estemos refiriéndonos aquí a la vertiente del mismo que explora a los muy interesantes personajes encarnados con eficacia por Roy Scheider, John Lithgow, Bob Balaban y Helen Mirren, ya a los momentos de lucimiento visual que nos llegan de la mano de ese mago de los efectos especiales que fue Richard Edlund.

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La gran efectividad de los mismos carece, no obstante, de esa enfermiza perfección que Kubrick persiguió junto a Douglas Trumbull y su equipo y que, a día de hoy —e ignorando las consabidas imposibilidades científicas de la cinta— sigue dejando con la boca abierta cuando uno repasa por enésima vez el filme en esa imprescindible edición en Blu-ray que es de lo mejorcito que se ha editado en el formato en alta definición desde que éste apareció.

Volviendo a '2010', y por dar cierre a las impresiones sobre la misma dejando de un lado las comparaciones con '2001', creo que la decisión de Hyams de separar su filme de lo rodado por Kubrick termina jugando mucho más en favor de las muy buenas sensaciones que deja la producción de lo que podría parecer a primera vista y que, revisada hoy, treinta y un años después de su estreno y con la pérdida de vigencia de parte de su discurso, "aguanta el tipo" de forma admirable y supone un muy digno entretenimiento arropado en ciertas reflexiones tan universales como atemporales.

Otra crítica en Blogdecine | '2010, odisea dos', alejándose de Kubrick

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