'El hotel a orillas del río': sentida reflexión de Hong Sang-soo sobre la muerte y la belleza

'El hotel a orillas del río': sentida reflexión de Hong Sang-soo sobre la muerte y la belleza

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'El hotel a orillas del río': sentida reflexión de Hong Sang-soo sobre la muerte y la belleza

Ya desde su inicio, 'El hotel a orillas del río' ('Gangbyeon Hotel') revela la voluntad de Hong Sang-soo. Sus créditos iniciales, que anuncian también el tiempo de rodaje de la película, apenas dos semanas, son leídos por una voz en off, elemento que se convertirá en primordial para la verbalización de los sentimientos de un poeta venido a menos (Gi Ju-bong) que siente cada vez más cerca la muerte, y llama a sus hijos para alertarles de la situación.

No será la única vez que la película usará la palabra para la reflexión: también, en el habitual juego metacinematográfico de Sang-soo, sus personajes pensarán en voz alta sobre el cine y la propia obra del director.

Un pequeño hotel a orillas del río Han será el centro de la acción de la cinta, en el que se cruzan las historias, los arrepentimientos y las desgracias del citado poeta y una joven (Kim Min-hee) que intenta superar una tragedia personal. Una tragedia nunca explicitada, pues el cine de Sang-soo se construye con fragmentos y en él prima la convivencia de lo contingente y lo trascendente.

Todos ellos, eso sí, con una linealidad poco habitual en la filmografía del director, que simplifica su relato para primar, por encima de sus juguetonas estructuras, la reflexión sobre la muerte y la pesadumbre existencial de sus personajes que encuentra en el blanco y negro conexiones con el cine apesadumbrado de Bergman o Fellini.

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Todo esto sin que el director deje de lado su marcado estilo: Sang-soo continúa insistiendo en las conversaciones intrascendentes, en las que, cámara al hombro y con el zoom como intensificador dramático, desvela con lentitud las cicatrices de sus personajes, se adentra en ellos con paciencia y esmero para revelar, finalmente, las preocupaciones de una existencia dura y fútil.

Todo ello con otro habitual telón de fondo: la introducción de un cineasta entre los personajes que permite al director dialogar con su obra, las expectativas y las intenciones de su filmografía desde la más sincera de las aperturas. La amargura por la despedida se vuelve inesperada poesía en uno de los momentos más bellos del filme.

El protagonista recita una obra que escribió en el hotel, y, a su voz la acompañan imágenes desenfocadas que representan el propio poema, un momento que da el código fundamental al desenlace del filme. Pues sólo entonces, en el plano que despide la cinta, una inesperada imagen borrosa, poesía según el planteamiento anterior, acompaña los sollozos de la protagonista en el último fogonazo del filme, una lágrima desenfocada que se apaga hasta el negro y los créditos finales.

La escritura de urgencia: el proceso de creación según Hong Sang-soo

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El prolífico director surcoreano consigue en el desenlace de 'El hotel a orillas del río' uno de los momentos más conmovedores de su filmografía porque encuentra los instantes a los que ansía llegar. Algo en lo que hay incluso más mérito si tenemos en cuenta su particular proceso de creación y su continua búsqueda por imágenes espontáneas y libres, no explotadas, como él mismo ha reconocido en numerosas ocasiones.

Decía Hong Sang-soo en una entrevista con Cahiers du Cinéma a raíz de su forma de rodaje que buscaba "material bruto" para sus películas. En este sentido, el director buscaba una representación no tanto verista por reconstrucción, sino espontánea por su modo de obtenerla, algo que también explica su particular proceso de trabajo, clave también para entender el entramado de su obra. En palabras del propio realizador:

"Selecciono fragmentos alrededor de la situación de partida, que queda como un punto central. (...) Cada día, en el lugar del rodaje, me sirvo de ellos para escribir los diálogos de algunas escenas. A menudo, los detalles vienen a reemplazar un relato esbozado ya en toda su longitud. En mis películas, estos detalles están ya amontonados; es a nivel formal que se realiza la redistribución, el ensamblaje y la constitución del relato".

Este proceso de filtrado, de búsqueda de fragmentos brutos sobre los que trabajar, dotan de una significación muy concreta a las películas de Hong Sang-soo. Pues el discurrir de su cine, que busca atrapar momentos inconexos de marcado carácter fragmentario, marca la urgencia de la escritura: cuando rueda, el director se despierta a las cuatro de la mañana, escribe y da a los actores las escenas que se van a rodar.

'El hotel a orillas del río': la incesante búsqueda de un instante de belleza

Esta particularidad crea un llamativo juego de recuerdo y olvido que afecta al discurrir narrativo en diferentes procesos: primero, en el propio rodaje, pues los actores y el propio realizador no fijan en su memoria lo filmado, algo que aumenta la sensación fragmentaria de la obra de Sang-soo, pero también en el propio espectador, que tiene que enfrentarse a conversaciones igualmente banales y trascendentes, así como a repeticiones de frases que desvelan promesas rotas o aprendizajes de los personajes a lo largo de la cinta.

De ahí que las estructuras de su filmografía sean tan juguetonas, que planteen una y otra vez la ruptura a través de un cine que podría ser visto como un puzzle que el espectador debe reconstruir. Y esta reconstrucción es un proceso para el que, como el director afirmaba contundente en la citada entrevista, "es necesario dejar todo abierto hasta que al final se decida todo en un instante".

Es el cine de Sang-soo uno preocupado por el instante, por la accesoriedad, por lo espontáneo, algo que remarca la paradoja de sus construcciones. El momento, el tiempo de espera, la incomodidad en conversaciones de ascensor, la repetición -de situaciones y formas- la planificación lenta, con poco movimiento y con espacios interiores que se convierten en opresión para sus personajes son algunas de las claves que explicitan el continuo coqueteo del autor con toda reflexión que le interesa: el ser humano contra las expectativas, el estado del arte, las condiciones materiales del ser humano…

No ocurre así, sin embargo, con 'En el hotel a orillas del río'. Esta obra de sentida madurez olvida las peripecias argumentales y los coqueteos con intrincadas estructuras para dar todo el peso de la narración a la verdadera preocupación de Hong Sang-soo. Por ello, quizá ésta sea una de sus películas más convencionales por la linealidad de su relato, pero también una de sus más hondas reflexiones sobre la futilidad, la muerte y la despedida.

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