
Mientras escribo estas líneas me empapo de la maravillosa banda sonora de 'Once', que ya me he apresurado a pedir a amazon.com, tanto el cd como el dvd de esta estupenda película, de la que hace poco nos habló mi compañero Juan Luis. Y es que 'Once' es más que una película, es toda una experiencia, única y gratificante desde cualquier punto de vista. Porque a veces ocurren cosas o personas que queremos retener en un momento eterno, sólo para nosotros, y 'Once' lo capta a la perfección. Porque todos nos hemos enamorado alguna vez, porque alguna vez nuestros ojos miraron a otros que junto con el silencio se entendieron, porque otra vez fue la música compuesta para alguien especial, o una canción, o un poema... o una película.
Quiero volver a perderme en esta sencilla historia de ese músico callejero, que un día conoce a una chica a la que le encantan sus canciones, y que toca el piano. Él no le tiene miedo a nada, ella no tiene dinero para un piano y toca en una tienda donde le dejan hacerlo. Él tiene el corazón roto por una mujer que un día simplemente se fue, ella no se lleva bien con su pareja. En este momento se tienen el uno al otro, y sus canciones, con las que se dicen más cosas que hablando entre ellos.
Tanto el director, John Carney, como el protagonista principal, Glen Hansard, fueron compañeros en el grupo musical The Frames. Existe una complicidad latente entre ellos dos en el film, ya que Hansard está en verdadero estado de gracia, enamorando literalmente a una cámara juguetona y cercana a nosotros, que demuestra una extraña habilidad por parte de Carney para filmar. Y digo extraña porque el realizador utiliza tanto el método de cámara en mano, casi en tono documental, como largos planos secuencia, como grandiosos travellings realizados con grúa, dependiendo de los distintos momentos emocionales del relato.
En el campo interpretativo, decir que los dos actores principales provienen del mundo musical y se nota sobremanera en el caso de Markéta Irglová, quien se le notan sus limitaciones como actriz, algo que no tenemos en cuenta cuando en un par de ocasiones se sienta al piano y es capaz de derrumbarnos emocionalmente. A su lado, en perfecta compenetración, un Glen Hansard estupendo que pareciera que lleva toda la vida en esto de la actuación, él solito aguanta con todo el peso de la función, no sólo por sus más que excelente momentos musicales, sino en aquellos otros en los que habla o simplemente no dice nada. Atención a como mira a su compañera de película cuando ésta está sentada en el piano, ¿cuántos actores de verdad son capaces de transmitir lo que él transmite en ese bellísimo momento?
Quizá la película es algo reiterativa, no lo niego, pero un servidor disfrutó de lo lindo. No sé, tal vez he pasado muchas horas en infinidad de jam sessions (como alguna que sale en el film) bebiendo y tocando sin parar hasta altas horas de la madrugada, con gente con la que sólo te comunicas con música, sea cual sea el tema de conversación. De eso habla la película, y creo que lo hace entendible para todo el mundo, y además lo hace cinematográficamente, yo no le puedo pedir más. Espero volver a perderme en esta preciosidad, con su historia, sus personajes, sus canciones, por lo menos más de una vez.