La condena a la que aboca al cine su dependencia de las franquicias es un tema de conversación sobre el que yacen muchas dudas frente a la falta de originalidad del Hollywood actual. Lo vivimos con Marvel/DC, lo hemos comprobado con el éxito de ‘Godzilla y Kong: el nuevo imperio’ y lo vamos a seguir viendo en un año en el que no faltan Cazafantasmas, furiosas en la carretera y Detectives en Hollywood. A nadie le extraña que entre la melé se haya colado ‘La primera profecía’.
El cine de terror no es ajeno a la secuelitis y la desconfianza se ha hecho más ciega conforme nos van llegando “delicatesen” como ‘El exorcista: creyente’ o ‘Halloween Ends’, por lo que la precuela que nadie había pedido de uno de los clásicos más queridos del horror moderno tiene todo en contra para ser recibida de forma hostil, lo que en casos muy contados nos hace hacernos la pregunta opuesta ¿y si formar parte de una saga concreta es un lastre para una película que es extraordinaria por sí misma?
En un caso muy parecido a la soberbia ‘El exorcista III’, ahora, ‘La primera profecía’ abre este melón con una simple fórmula, crear su propia historia a partir de ideas, claves y detalles que conectan con el clásico. Sin embargo, bastaría con cambiar ciertos puntos, nombres y referencias obvias del guion para que fuera una pieza autónoma, sin ir más lejos, la reciente ‘Immaculate’ comparte tantos detalles de trama que podría ser esta, o viceversa, solo que en este caso el material se eleva de forma inevitable sobre la (estupenda) producción de Sydney Sweeney por el talento que hay detrás de las cámaras.
Porque para ser justos, la presentación de la película no debería ser “la nueva secuela de la profecía”, sino “el debut en el cine de Arkasha Stevenson”, una directora a la que urge reconocer su trabajo en la brutal temporada ‘Butcher’s Block’ de la serie de Nick Antosca ‘Channel Zero’, en la que su papel elevaba un guion caótico para convertirlo en arte surrealista y uno de los mejores ejemplos de televisión de horror de la década pasada junto a ‘La maldición de Hill House’. En el salto no solo no decepciona, sino que se ha superado.
Temática feminista y relevante
La responsabilidad de hacer digna la quinta secuela de la saga es grande, pero también lo es el peligro de que el foco arroje una sombra sobre su voz autoral, que aparece aquí con una exploración de la intervención sobre el cuerpo de la mujer inherente a la historia original, pero que aquí alcanza una entidad temática plena y en armonía con movimientos actuales del género que han ido generando un “horror obstetricio” que ha desafiado la visión mágica del embarazo y la maternidad.
Desde ‘Shelley’ a ‘Oscura Verdad’, pasando por ‘Baby Ruby’ o las series ‘The Expecting’ o la propia temporada en marcha de ‘American Horror Story: Delicate’, la visión aberrante de la gestación está presente en el cine de terror reciente, gracias a nuevas voces femeninas que representan con una mirada fresca (no tan) nuevos miedos en pantalla. Porque aunque ahora sean tendencia, los embriones con sorpresa han sido la clave de películas como ‘El heredero del diablo’, ‘Progeny’, ‘The Unborn’ y, por supuesto, ‘La semilla del diablo’, que es aquí una referencia clave en más de una ocasión.
No es extraño que el tema reaparezca ahora con fuerza, el momento en que se rodó esta, por ejemplo, fue en el otoño de 2022, pocos meses después de la anulación del caso Roe contra Wade en Estados Unidos, permitiendo que cada estado tenga el derecho de prohibir el aborto. También con una explosión de la gestación subrogada y un debate público candente también con el éxito de series como ‘El cuento de la criada’, con la que algunos relacionarán ciertos rituales.
Citando joyas ocultas con clase
No faltan tremebundos momentos de body horror sobre el cuerpo femenino que hacen replantearse si lo que estamos viendo es una obra de gran estudio; incluso hay un plano explícito, que ha costado un año y medio de lucha contra la censura, que no hay forma de asociar con una empresa como Disney. Sin embargo, la idea del control sobre la mujer va más allá y se impregna en pequeños detalles, incluso en una impresionante banda sonora compuesta de lamentos, gritos, susurros y respiraciones de mujer.
Pero el papel de Stevenson va más allá de la perspectiva de género, y es capaz de hacer volar un guion correcto hasta lo sublime gracias a una narración paciente, que recuerda al gran cine de conspiraciones de Pakula en los 70, y una cámara que sabe moverse de forma elegante, en momentos planificados al milímetro, aunque no parezcan destacar en el conjunto, siempre acompañados por un montaje que crea un lenguaje a través de transiciones llenas de gusto, a veces irreales, con ideas concatenadas, reflejos y símbolos visuales —esa subliminal boca del chacal ilustrada con velas— que achacaríamos en otra época a un cine independiente e incluso experimental.
El intento de la cámara de no ser protagonista tiene cierto aire de reverencia al trabajo atemporal de Richard Donner, pero al mismo tiempo hay detalles estéticos más propios de una película de A24. Sin ir más lejos, en ocasiones podría hacer una buena pareja con ‘Hereditary’, y salvo alguna rareza concreta como ‘The Empty Man’, no hay muchas películas que hayan conseguido aunar de forma tan afinada la grandiosidad de una película de gran estudio y la capacidad de introducir momentos de horror sin miedo a parecerlo ni a asustar a los adultos.
Una conspiración escalofriante
Y es que ‘La primera profecía’ tampoco huye del gore, con momentos de grand guignol que introducen un humor negro que los que vieron ‘Butcher’s Block’ reconocerán sin vacilar, sin que la atmósfera cada vez más opresiva se salga de sus raíles. Lo sobrenatural, el mal, se percibe en cada plano, sin olvidar en ningún momento que hay un misterio que lleva el ritmo de la trama, aunque a algunos, lo “predecible” de algunos desarrollos — crítica cuestionable si todos sabemos hacia dónde va— les impida ver que estamos ante un ejemplo de género psicológico.
No desentonaría esta precuela en la colección de ‘House of Psychotic Women’ que se relaciona no solo con la adaptación satánica de Polanski, sino su ‘Repulsión’, y de forma adicional con la ‘Possession’ de Zulawski, a la que hay un homenaje directo que la actriz Nell Tiger Free se encarama a la espalda en una interpretación física deslumbrante, que se reubica dentro de la lógica de la represión sobre la sexualidad de la mujer, un aspecto que se introduce en la trama aparentando ser oportunista y que luego se revela como un encaje perfecto dentro de la conspiración eclesiástica.
Porque el elefante en la habitación es la forma en la que la precuela funciona como un caballo de Troya dentro de una saga profundamente cristiana, en la que ‘El final de Damien’ daba un tono catecúmeno naif solo alcanzado en el género bíblico de los 50. Ahora, el peso de la Iglesia en la génesis del Anticristo es cuestionado, resignificando la blasfemia del carácter diabólico de la película en una exposición acorde a películas recientes como la propia ‘Immaculate’, claro, ‘The Devil’s Doorway’, e incluso momentos de ‘El exorcista del Papa’, cambiando el matiz del género de horror religioso.
El cénit del terror religioso reciente
Sin embargo no hay una vocación de ir de lista, y ‘La primera profecía’ también se ocupa de que los momentos de terror no escaseen, desde las ingeniosas referencias a las muertes “fortuitas” de la original, que aquí se alimentan como una premonición, a los sustos más propios de muestras recientes como el universo Warren, pero jugando con el sonido de forma inversa, y quizá subvirtiendo lo esperable de una nueva película en convento en el que pasan cosas raras, donde es casi inevitable citar ‘Hermana muerte’ o ‘La monja II’ y la eterna referencia a ‘Madre Juana de los ángeles’ con las hermanas tiradas en el suelo.
Es inevitable que haya coincidencias en tantas obras con novicias que han de ser convertidas en esposas del señor, pero no tantas tienen como apoyo el gran cine italiano, desde ‘The Other Hell’ a ‘Dark Waters’, aunque Stevenson se decanta por otros clásicos impíos, desde ‘La secta’ o ‘El engendro del diablo’ de Michele Soavi a la propia ‘Suspiria’ de Dario Argento, que se imprime desde la memorable partitura de Mark Korven a momentos concretos de la trama, pasadizos tras papeles pintados, o incluso una fantasmagórica cámara subjetiva sobrevolando las calles de Roma.
No es extraño que, como el remake de Guadagnino, haya también un papel importante del trasfondo político de la ciudad en una era concreta, un tumulto que en ‘La primera profecía’ tiene una finalidad social ligada al choque generacional de los movimientos juveniles post 68, cómo estos representan la pérdida del control de la iglesia, y la necesidad de crear algo que temer, un concepto brillante que sirve como sátira, no solo de la pérdida de influencia de la institución en 2024, sino de la existencia misma del concepto del diablo.
Un nuevo nombre clave para el género
Las referencias y guiños al género de Stevenson, sin embargo, no son meros reciclajes, sino expresiones puntuales de una cinefagia que busca puntos de apoyo en clásicos no recordados tan a menudo como ‘La escalera de Jacob’ o ‘El corazón del Ángel’, especialmente en la capacidad de ambas de convertir la percepción de su protagonista en una trampa existencial pegajosa, donde las deudas con el clásico original, al igual que pasaba en otra de las raras secuelas a la altura de su modelo como ‘Doctor Sleep’, se reservan como un tesoro para su parte final, aquí el compás de ciertas notas de Jerry Goldsmith que ponen los pelos de punta en el momento perfecto.
‘La primera profecía’ complica el discurso de la falta de ideas en Hollywood, porque no solo demuestra que hay secuelas que merecen mucho la pena, sino que quizá lo que falte en ellas es el buen gusto, la creatividad y el respeto por el material que confiere Stevenson, una de esas raras cineastas con un ojo privilegiado para encontrar la belleza en lo macabro y saber introducir un poso atemporal en la narración, acaso un talento por encima de marcas, quizá porque estamos ante la próxima nueva maestra del terror.
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