Mis secuencias mágicas de cine: Charles Chaplin y Buster Keaton juntos en 'Candilejas'

Mis secuencias mágicas de cine: Charles Chaplin y Buster Keaton juntos en 'Candilejas'
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Charles Chaplin y Buester Keaton surgieron en un momento en que la idea del sin sentido burlesco se impuso en la pantalla. Tomando esa gran certeza, ocurrió que algunos acusaron a Chaplin de sentimental y consideraron a Keaton más cercano al espíritu de su tiempo, refiriéndose a la época del cine mudo que ambos vivieron. Sin embargo, con el pasar del tiempo, y la llegada del sonoro, el prestigio de uno creció y el del otro se apagó, lo cual no quita para que se reconozca la grandeza de ambos cineastas (leáse con mayúsculas).

Una de las claves del éxito de Charlot fue la pantomima, sus movimientos automatizados... la certeza de que el cuerpo habla, como también pensaba el propio Keaton, pero no al nivel de Chaplin, con menos pantomina, pero ambos con altas dosis de planificación para los gags visuales. Y pese a su predisposición, el problema fue que nunca llegaron a coincidir en pantalla cuando ambos estaban arriba, en el auge del cine mudo.

Esta falla iba a quedar para siempre, salvo que en una ocasión, y a mayor capricho de Charles Chaplin, éste quiso rendir homenaje a la figura del cineasta que nunca sonrió en pantalla en una de sus películas. El instante privilegiado ocurrió en 'Candilejas', en la escena final en la que Chaplin y Keaton comparten el mismo escenario. Con una idea en la cabeza de Chaplin, recordar al público que hubo un tiempo en que la subversión por lo cómico fue la esencia del mundo del espectáculo.

A su manera, ambos reflejan sus virtudes y su estilo de actuación y comicidad. Chaplin quería mostrar que el talento pese a la edad nunca abandona a la persona, y que con una simple idea se podía improvisar una escena sin mediar palabra, canto al teatro de vodevil del que ambas figuras surgieron.

Todo lo comentado con anterioridad de la secuencia en cuestión de 'Candilejas' (Limelight), tiene su explicación y su sentido en la secuencia del camerino, previa a la demostración de dos genios del cine.

En ella, en como se preparan, y en la tensión que refleja la cara de Chaplin ante la idea de recuperar lo que una vez fue suyo: el escenario. Expone el irremediable paso del tiempo para unos actores que no pueden hacer frente al progreso, pero que se regalan una última actuación para el recuerdo. De ahí la genialidad de Chaplin de juntarse en escena con Keaton, dejar algo para la historia, independientemente del resultado final de la película.

Y a pesar de esto que comento, para la historia del cine y del momento en que se estreno la película, quedó su inmortal banda sonora, compuesta por el propio cineasta, la demostración que hasta en eso Charles Chaplin fue un genio.

Contraste entre el ayer y lo que ambas figuras representaban, junto al presente presa de los productores y del dinero, alejado del arte y la figura del artista, y una crítica frente al olvido en la que caían aquellos con talento y un éxito ya lejano en el tiempo.

Ver a ambos maestros en acción, reconforta. Una más entre tantas secuencias mágicas del necesario séptimo arte, a mayor gloria de Charles Chaplin y Buster Keaton.

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