Nuestra inquietud nos lleva impulsivamente a querer salirnos temporalmente de lo tradicional, e incluso en fiestas navideñas donde se suelen imponer determinadas costumbres, como ver ciertas películas con temática apropiada, buscamos la vuelta que se le puede dar. Mantener la esencia, pero complacer también esas partes más retorcidas de nosotros mismos.
Así han emergido nuevas tradiciones para ver en estas fechas, rescatando películas que no tienen precisamente sentimientos cálidos ni visionados fáciles, pero que sí tienen lugar por Navidad. Una de las más destacadas ha sido ‘Eyes Wide Shut’, con muchos cinéfilos ironizando su idoneidad para estas fechas a través de sátira con memes y otros abrazando directamente tratarla como una película festiva.
Pero el ánimo por diferenciarse no deja de hacer apropiado recuperar el último clásico de Stanley Kubrick por las fiestas invernales. La (frustrada) odisea sexual de Tom Cruise por las calles de Nueva York, así como por mansiones recónditas, tiene mucho de ‘Cuento de navidad’ con sus fantasmas metafóricos tratando de ser advertencia para que el personaje reconsidere que está priorizando. Su conflicto está marcado por un distanciamiento con su familia, especialmente con la rigidez de la institución, y el protagonista tiene que aprender una lección importante tras este gran evento.
Parte de lo que hace ‘Eyes Wide Shut’ está en el texto, pero también en cómo fue realizada. Involuntariamente, Todd Field nos dio las claves para entenderlo a base de explicar en Indiewire su experiencia rodándola con Stanley Kubrick. Además de confirmar que la versión final estrenada fue el primer montaje que hizo el director (”Sería absurdo intentar especular sobre lo que podría haber cambiado si Stanley hubiera vivido para hacerlo realidad”), y cómo le ayudó a dar el salto a la dirección repasando su borrador para ‘En la habitación’, también explicó el proceso de rodaje que termina transformando lo que vemos:
Stanley hizo muchas tomas. Pero esto se debía a una razón práctica. No le interesaba el realismo. Quería que las cosas tuvieran la intensidad con la que había crecido viendo películas clásicas de estudio.
Una ciudad de cuento
La Nueva York que captura no fue la real, sino que la recreo cuidadosamente en estudio y, en el proceso, le otorgó una cualidad etérea y onírica que encaja con la textura del cuento de hadas. Algo muy apropiado cuando se quiere hacer algo relativo al espíritu navideño:
Stanley fotografió meticulosamente cada centímetro del West Village tal y como era en aquella época. Sin embargo, la realidad era simplemente un punto de partida. Si nos fijamos en los nombres de las calles que aparecen en la película, son nombres de pájaros, no MacDougal y la octava.
Field, que mantuvo una importante cercanía con un director al que admiraba profundamente y que considera una referencia en su cine, considera que Kubrick tenía ambiciones muy específicas con la historia que refuerzan esta sensación de relato fantástico que resulta en cierto modo reconfortante de ver en estas fechas:
Para Stanley, esas carreteras no estaban en Manhattan, sino dentro de la novela de Schnitzler y de ‘La individuación en los cuentos de hadas’ de Jung.
Asi que ya sabéis, estas navidades ved en HBO Max y en Filmin a Cruise intentando colarse en una orgia enmascarada.
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