'La guerra de las galaxias: El ataque de los clones' (y 2)

'La guerra de las galaxias: El ataque de los clones' (y 2)
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La primera mitad de esta película, hasta el decisivo (y brutal) encuentro con Jango Fett, es una brillante formulación de preguntas y de expectativas que se van a cumplir en la segunda mitad. Y esta vigorosa y bella película tiene una de las segundas mitades más intensas de la historia del fantástico reciente. A la violenta, intensa y muy bien planificada (en eso, Lucas es un genio) escena de la pelea en el puerto de Kamino, le sigue una no menos intensa persecución en un cinturón de asteroides.

Como ya comentábamos, hay varias similitudes con el capítulo central de la anterior trilogía, como lo es la presencia de una persecución en un campo de asteroides. Lejos de querer establecer comparaciones, ésta resulta lo bastante bien hecha como para no palidecer frente a aquella, lo que no es poco. El diseño de sonido, por otra parte, es una pequeña maravilla de creación y Lucas tiene el suficiente criterio como para no poner música, salvo al final. Sólo faltaba, para redondearlo, la presencia de un Han Solo en este momento.

Por otra parte presenciamos las pesquisas de Anakin (en compañía de Amidala y de los dos droides, que lo cierto es que sobran un poco) buscando a su madre. Esto significa regresar a ambientes de ‘Una nueva esperanza’, y también a un homenaje que se hacía en aquella inolvidable película. Me refiero al homenaje (tal como comentamos) a la obra maestra de John Ford ‘Centauros del desierto’, pero mientras allí era el momento del regreso al hogar incendiado, aquí es la intrusión en el campamento Tusken para salvar a la madre de Anakin, que recuerda poderosamente (incluso en ciertos planos) al final de aquel western inmortal, cuando Martin se introduce en el campamento comanche para salvar a Debbie.

Un final apoteósico

Al final, todos se reúnen en Geonosis, donde tendrá lugar una de las batallas más impresionantes que se recuerdan en una sala de cine. Obi-Wan sigue hasta allí al cazarrecompensas, y se entera de la intriga orquestada por el Conde Dooku (imperial, como siempre, Christopher Lee), antiguo maestro de Qui-Gon. Es atrapado, y el diálogo entre ambos, en el que Dooku juega verbalmente con él, es magistral, de los mejores de la saga. Eso sí, Anakin, una vez destruido el campamento Tusken (con una brutalidad que en verdad pone la piel de gallina) después de ver morir a su madre en sus brazos, tiene un diálogo poco creíble con Amidala, pues le confiesa la atrocidad cometida y ella actúa como si nada y hasta le consuela cuando cualquiera en sus cabales habría echado a correr.

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Pese a todo, es muy hermoso el momento en que Anakin sale a toda velocidad con la moto-jet, como un James Dean futurista. Y la posterior escena con Amidala y los droides en las fábricas de Geonosis (a donde acuden para rescatar a Obi-Wan), aunque algo forzada, es ingeniosa y llena de ritmo. Anakin pierde su sable por segunda vez y todos son apresados para divertir a los grimosos insectoides geonosianos. Antes del momento culminante, otra hermosa imagen, con Anakin y Amidala entrando en la arena, a contraluz.

Es el comienzo de más de media hora (es la película más larga de la saga, con 142 minutos de metraje) de inolvidable aventura. Primero, con la secuencia de los monstruos que, en teoría, salen a la arena a devorar a los protagonistas. Imposible no acordarse de las creaciones de Ray Harryhausen, pese a que las criaturas estén hechas, lógicamente, a base de CGI. Lucas tiene el buen gusto de no incluir música extradiegética, en su lugar una rústica música ambiental, proveniente de las gradas repletas de geonosianos, otorgan más densidad aún a la excelente atmósfera.

A continuación, la llegada de docenas de jedi (esta es la película de toda la saga en la que lo jedi, sus poderes y su presencia, es más intensa) provoca elevar todavía más la tensión y la acción, y tiene lugar una terrible batalla en la arena, y cuando todo parece perdido, la llegada de las tropas clones desemboca en una batalla que hace palidecer a la que un año después orquestaría Peter Jackson en su endeble ‘El retorno del rey’. La calidad y cantidad de los detalles, la profundidad de campo, la homogeneidad y realismo de tantos elementos CGI, es literalmente asombrosa. Nos sentimos inmersos en verdad en una batalla colosal.

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Por su parte, Anakin y Obi-Wan aún tienen que enfrentarse con su adversario directo, el infausto Conde Dooku, alias Darth Tyrannus, que lleva además consigo unos planos de la futura Estrella de la Muerte. El combate de esgrima y astucia que ambos mantienen con él está a la altura de las circunstancias. Es decir, es lo suficientemente espectacular, fatalista y sombrío. Eso sí, la posterior aparición de Yoda podría haberse quedado en una confrontación de habilidades jedi fuera de la esgrima, porque ver a Yoda (aún hay quien aprecia este momento) pegando saltos frenéticamente, me parece bastante forzado y hasta risibile. Lástima de una creación CGI tan notable, que tiene un buen intercambio de frases y habilidades con Dooku.

La película concluye con un bello plano de las naves de guerra partiendo hacia la contienda, y con uno menos interesante de Anakin y Amidala casándose en secreto en Naboo. Agotados, extenuados por tanta intensidad, satisfechos por la película, esperamos con ansiedad que la tercera parte nos muestre la verdadera caída en el lado oscuro de Anakin.

Conclusiones

Épico y denso episodio, que nos devuelve al Lucas más inspirado y más enamorado del universo que tantas alegrías (y dinero…) le ha dado, y que se muestra muy superior al primero e incluso al tercero. Sus fallos, que los tiene y ya hemos hablado de ellos, no consiguen empañar lo vigoroso y aventurero de la propuesta, con una recta final realmente soberbia.

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Especial ‘La guerra de las gaxias’ en Blogdecine

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