'Mi amor': el amor no es ciego, es tonto

'Mi amor': el amor no es ciego, es tonto

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'Mi amor': el amor no es ciego, es tonto

El el año 2011 la actriz, guionista y directora francesa Maïwenn se llevó en Cannes un Premio del Jurado por ‘Polisse’, un drama de aires documentales sobre la rutina diaria de la unidad infantil del Departamento de Policía de París. Este hecho resultó polémico porque los comentarios que había recibido la cinta no la colocaban entre las favoritas a recibir el galardón.

Cuatro años más tarde, la realizadora regresa con un nuevo trabajo titulado ‘Mi amor’ ('Mon Roi’, 2015) que, según parece, ha seguido la estela de ‘Polisse’: las opiniones de los críticos de cine volvieron a estar muy divididas, pero en Cannes ha vuelto a obtener cierto reconocimiento con un premio que esta vez ha recaído en la actriz principal del filme, Emmanuelle Bercot. Y esto no es todo, porque en los Premios César recibió ocho nominaciones, incluidas a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz.

La cara y la cruz de las relaciones amorosas

Mi Amor3

Sin duda, para gustos los colores. Maïwenn es así y su cine –un poquito pretencioso— está compuesto por historias que siempre incluyen elementos autobiográficos. En esta ocasión, con su cuarto largometraje ‘Mi amor’ (2015), la directora parece reflejar de una forma excesiva y hasta paródica sus experiencias más intimas con los hombres que estuvieron en su vida (¿tendrá algo que ver Luc Besson con esto?), objetos de profundo deseo al principio y luego fuentes de sufrimiento que provocan rechazo y odio.

Así es ‘Mi amor’, un filme que pretende (pero solo pretende) ser un profundo y detallado análisis sobre las etapas por las que pasa una relación amorosa. El amor es capaz de lo mejor y de lo peor: cuando surge es grande y bonito, te hace pasar los mejores momentos de tu vida, hace que te sientas vivo. Pero este mismo amor puede volverse un arma de doble filo y destruirlo todo. De esto trata lo nuevo de Maïwenn, un filme demasiado ambicioso, tanto en su temática como en su desarrollo formal.

Ya la primera escena de la película revela mucha información. Tony (Emmanuelle Bercot) está esquiando con su hijo y sufre una caída que más bien parece un intento de hacerse daño, un profundo deseo de hacer físico un dolor que hasta el momento solo había sido emocional. Tony se ha roto los ligamentos de la rodilla e ingresará en una clínica con unas bonitas vistas al mar, pero recluida, acompañada solamente de otras personas con las que lo único que tiene en común son las lesiones físicas.

Allí llevará a cabo su terapia de recuperación, irá paulatinamente ejercitando la rodilla para poder volver a andar. En realidad, la lesión de ligamentos es una metáfora clarísima de la lesión emocional de su corazón y su estancia en la clínica representa también el doloroso proceso de renovación interior que tiene que llevar a cabo para superar las heridas sentimentales causadas por más de diez años de vaivenes amorosos junto a Georgio (Vicent Cassel).

Personajes a la deriva

Mon Roi

A través de flashbacks somos testigos de lo que ha pasado: Tony conoce a Georgio, ambos se enamoran perdidamente e inician una relación sentimental muy intensa y pasional, tanto que uno se da cuenta de que cuando llegue el batacazo será de aúpa. Y vaya si lo es… En su disección de la pasión amorosa y de la vida de pareja, la directora intenta manejar (lo importante es la intención, dicen) los paulatinos cambios emocionales de sus personajes, acertando, en todo caso con Tony.

La frustación de Tony, una mujer siempre racional y controlada se irá acrecentando cada vez más y acabará desembocando, justo en el momento en el que se convierte en mamá, en un desequilibrio anímico que parece rozar la histeria. La interpretación de Bercot, en mi opinión, se convierte en uno de los puntos fuertes de la cinta protagonizando con dignidad escenas de gran peso dramático y adaptándose convenientemente a cada una de las fases emocionales por las que pasa su personaje.

Y qué decir en cuanto al Giorgio de Cassel… al actor se le da muy bien el papel de seductor y mujeriego y se defiende muy bien en la primera parte de la película, donde todo es pasión y frenesí, pero su personaje se vuelve completamente plano y muy difícil de entender cuando la relación entra en declive.

'Mi amor', nada nuevo bajo el sol

Mi Amor Cannes

Aunque el objetivo de Maïwenn es analizar los extremos de la rendición moral a la que puede llegar una persona por culpa de un amor reconvertido en una peligrosa adicción y una dependencia sentimental que roza lo enfermizo, la directora no consigue ir más allá de los tópicos que hemos visto una y otra vez en este tipo de género cinematográfico.

No hay nada nuevo bajo el sol y este es el error más grave. Maïwenn pretender ser profunda y lo único que consigue es resultar bastante patética. No consigue llegar a adentrarse en el auténtico drama que pretendía conseguir y acaba limitándose a convertir a los dos personajes principales en dos trastornados, dos víctimas de su propio sufrimiento, incapaces de gobernarse a sí mismos.

Por otro lado, la errática estructura de la película que pretende representar los altibajos de una relación a largo plazo (ahora estamos bien, ahora mal, ahora regular y así durante las más de dos horas que dura la cinta) acaba finalmente por cansar: tanta montaña rusa emocional no es buena ni siquiera si es ajena a nosotros. Al final una sale del cine con las ganas de no enamorarse nunca…

Lo mejor: La interpretación de Emmanuelle Bercot se salva. Lo peor: La idea es buena pero se queda en eso.

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