El estreno hace un mes de 'Napoleón' no sólo planteo un innecesario debate sobre la falta de rigor histórico en un biopic, sino que reabrió cuestiones sobre si sus intenciones cómicas eran tales o estaba cayendo en una autoparodia sin ambición. Es cierto que a veces la ejecución del tono tiene sus limitaciones, bien lo sabe Martin Scorsese, pero a menudo hay una increíble falta de voluntad a dar el beneficio de la duda a quien nos está contando la historia.
Y ya que estamos con Scorsese, pocos directores han generado tanta confusión en algunos espectadores e incluso críticos sobre sus intenciones al retratar tantos protagonistas criminales, su interés en profundizar en mundos peligrosos y en intenta desentrañar si hay algo de humanidad en personas horribles. Algunos consideran que se dedica a glorificar a este clase de sujetos. Algo de lo que no se ha escapado ni su descarado intento de parodia en 'El lobo de Wall Street'.
¿Puedes ver los lobos de esta imagen?
Su sátira empresarial y económica cumple 10 años de su navideño estreno en cines, pensado para rascar premios que finalmente no llegaron (incluso aunque Leonardo DiCaprio está digno de uno). Sí que logró el mayor éxito de taquilla de la carrera del director, con unos 406 millones de dólares recaudados en todo el mundo y una de sus pocas cintas que supera los 100 millones en Estados Unidos. Una divertida salvajada que se puede ver en streaming a través de Amazon Prime Video, de Movistar+ y de Netflix.
Basada en la vida y obra de Jordan Belfort, un corredor de bolsa neoyorquino que entra en Wall Street con las mejores intenciones y ganas de agarrar el sueño americano. Sin embargo, pronto se da cuenta de que se ha metido en un mundo donde se premian los excesos y los pocos escrúpulos, e incluso las ilegalidades, algo que abrazará a lo bestia para ser el gran dominador del mercado de valores.
Aunque adapte el libro de memorias del propio Belfort, Scorsese y DiCaprio no pueden tener menos interés en seguir al pie de la letra su contenido para darle una palmadita en la espalda. A través de la comedia salvaje y la sátira descarnada, además de una libertad creativa en la adaptación que repetirían en 'Los asesinos de la luna', buscan hacer un mordaz retrato de la ambición que marca el espíritu americano y a los que agarran el poder.
'El lobo de Wall Street': excesos terribles
Hay un humor muy desatado en ocasiones, aprovechando anécdotas que rozan el surrealismo por su contenido de drogas, sexo y tejemanejes del poder. La película no renuncia en casi ningún momento en ir a por todas, algo que a veces le hace derrapar, pero siendo astuta en los momentos donde decide que detrás de la broma hay dolor (ese montaje sobre el empleado que se quita la vida en la empresa). Y siendo absolutamente hilarante en puntos, como la aparición de Rob Reiner enfurecido queriendo ver la tele o ese viaje en coche completamente intoxicado.
El Belfort de esta película está lejos de ser un gran hombre, y su cultura empresarial despierta los peores instintos de los que le rodean. Un enfoque que se ha vuelto influyente en cintas biográficas como 'La gran apuesta', que retratan tejemanejes económicos con ligereza. Es interesante que, siendo su última película con verdaderas ambiciones comercial, marque un punto de inflexión en la carrera de un Scorsese más interesado que nunca en señalar los podridos cimientos de Estados Unidos (sumándose 'El irlandés' y 'Los asesinos de la luna'). Y en la fascinación que el público no puede evitar sentir por estos sujetos, marcado por uno de esos finales redondos marca de la casa.
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