Con ‘Dune: Parte Dos’ en cines, u ‘Oppenheimer’ dispuesto a arrasar en los Premios Óscar esta noche, se está hablando mucho de cine épico en su concepción más evidente. Escala grande, palpable incluso con sólo ver una imagen. Pero el épico americano abre también el concepto a historias más humanas, con ejecuciones maximalistas pero enfocadas a una emoción que se prolonga en el tiempo y en el espacio.
Sin embargo, también se puede resultar épico en las emociones y el espacio-tiempo cubierto en una película sin recurrir a elementos que se aprecian como inmensos. Incluso el estilo más minimalista puede ser suficiente para despertar una desbordante colección de sensaciones, conmoviendo sin reparo como lo es capaz de hacer ‘Vidas pasadas’.
El pasado llamando a la puerta
Sin duda, una de las mejores películas del año pasado (entre las diez mejores para un servidor). La dramaturga Celine Song se estrena como cineasta con una extraordinaria historia de conexiones humanas, romances complejos y distanciamiento del hogar de la mano de una Greta Lee sensacional. Una película que ya se puede ver en streaming a través de Filmin o de Movistar+ al incluirse en sus respectivas suscripciones.
La historia sigue a Nora y Hae Sung, dos jóvenes que conectan fuertemente en su juventud cuando ambos vivían en Corea del Sur. Nora tiene que mudarse con su familia a Canadá, perdiendo el contacto durante años hasta que ambos se reencuentran vía Internet. Tras un periodo de llamadas de Skype, finalmente quedan muchos años después en persona en Nueva York, viviendo una semana en la que deben resolver muchos asuntos pendientes.
Song está nominada como guionista y la cinta se encuentra en la categoría de mejor película en los Oscars, pero realmente merecía mucho más. Song se sobrepone al mal habitual de muchos dramaturgos que pasan del teatro al cine, elaborando desde el guion y desde la dirección una historia que explora muchas claves del cine romántico al mismo tiempo que las replantea de una manera inteligente.
‘Vidas pasadas’: emociones sobrecogedoras
Explorar las relaciones en esa época de Internet y cómo afectan a los protagonistas son uno de los aspectos más interesantes que la cineasta decide plasmar, al igual que en cómo refleja el paso del tiempo o cómo introduce un tercer personaje en esta relación. Los pequeños momentos definen un guion soberbio que decide tocar momentos humanos que cualquier otra película no se habría planteado.
Todo ello con una exquisita colección de decisiones cinematográficas desde la cámara. Song deslumbra escogiendo bien donde colocarla, donde cortar desde el montaje, en qué momento usar las elipsis (siempre bien, dejando que lo que no se ha contado directamente sea prevalente) y empleando exquisitamente la textura de la película con respecto al digital.
Todo contribuye, como la música maravillosa de los músicos de Grizzly Bear, a llevar la historia a sus mayores cotas de emoción, pero sin resaltarlo a cuatro colores al espectador. Todo manejado con magnífica delicadeza, y resonando con enorme fuerza, como ese perfecto final que se te queda grabado durante largo tiempo tras verlo.
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