Pixar solamente había estrenado una película original -la excelente ‘Coco’- desde la decepcionante ‘El viaje de Arlo’ en 2015, una estrategia difícil de discutir en términos económicos -la única con números poco impresionantes fue ‘Cars 3’, pero es que esa saga vive mucho más de los ingresos vía merchandising que cualquier otra del estudio-, pero tampoco creo que la compañía quiera ganarse la fama de hacer cosas pensando solamente en la rentabilidad.
La propia Pixar comentó en su momento que va a dejar por ahora de lado las franquicias y en 2020 vamos tener una doble prueba de ello, ya que va a lanzar dos películas basadas en ideas originales. La primera de ellas es ‘Onward’, una cinta que toca muy de cerca a Dan Scanlon, su director, ya que parte de una dolorosa vivencia personal, por lo que se nota el mimo que da la aventura de sus dos protagonistas en otro triunfo del estudio pese a que arriesga bien poco con ella.
La principal pega
Empecemos destacando el único pero destacable que encuentro a ‘Onward’: la película opta por plantear una revisión de los mundos de fantasía para llevarlo a un enfoque más humano, es decir, es como si criaturas increíbles como elfos, hadas o unicornios poblasen nuestro mundo. Esto funciona de maravilla en la introducción por el choque que produce, pero poco a poco va derivando hacia utilizarlo más a modo de bromas aquí y allá -la mayor parte de ellas bien divertidas, todo hay que decirlo- que realmente explorando y exprimiendo a fondo lo que podría convertirla en una película única.
Que no se entienda esto como un reproche más serio de lo que realmente es, pero sí que hubiese agradecido una mayor personalidad por parte de Pixar en este apartado, una integración más potente del mismo dentro de la película, en lugar de darle una importancia tan secundaria. En lo referente a la animación el trabajo es impecable en lo visual, pero es ahí donde ‘Onward’ habría podido llegar a otro nivel al conseguir un mayor vínculo entre técnica y narrativa, pero sus planes nunca parecen ir por ahí.
Sentando las bases de ‘Onward’
Lo que realmente le interesa a ‘Onward’ es el vínculo entre los dos hermanos, dos personas muy diferentes unidas por la posibilidad de volver a pasar un día con su padre gracias a la magia. Ya de entrada queda claro que la película va a ir construyéndose de forma paulatina hasta conseguir tocar techo en el apartado emocional durante sus últimos minutos. Una jugada que Pixar ha repetido en infinidad de ocasiones y que aquí vuelve a demostrar que sabe conseguir como prácticamente ningún otro estudio.
Para ello, ‘Onward’ arranca jugando la baza de lo simpático, el contraste por ver a ver ciertas criaturas mágicas actuando de forma más corriente -la película no deja de ser una prolongación del “¿Y si x tuviera sentimientos?” que tantas veces ha aplicado la compañía, en esta ocasión cambiando x por criaturas fantásticas- sirve como puerta de entrada a la aventura de Ian, un joven tímido al que le cuesta relacionarse con los demás, y Barley, mucho más abierto y muy aficionado a los juegos de rol pero a la que todo el mundo ve como un fracaso en la vida.
De esa forma se pasa de un contraste a otro, ya que la relación entre ambos no es la mejor porque simplemente tienen personalidades contrapuestas que irán exacerbándose a medida que hacen todo lo posible por recuperar a su padre en su totalidad. Por el camino no falta el humor, con varias escenas que te hacen pensar de forma inevitable en ‘Este muerto está muy vivo’.
Una gran aventura
Ahí podría decirse que ‘Onward’ apuesta hasta cierto punto sobre seguro, pero sus responsables saben manejarse como pez en el agua en ese territorio planteando una aventura con un ritmo envidiable en el que cada pequeña parada sirve para ilustrar la relación entre los personajes y, de paso, meter varios gags que hagan más divertido el viaje. Una fórmula aparentemente sencilla, pero que hay que saber manejar.
Como apuntaba antes, lo realmente vital de ‘Onward’ está en su tramo final, donde unen las piezas y buscan la lágrima del espectador usando armas ya habituales en las cintas de Pixar. En mi caso no llegó al nivel de emoción que por ejemplo sí se logró en ‘Coco’, pero sí que consigue transmitir ese calorcito a tu corazón al que muchas otras cintas aspiran sin llegar nunca a acercarse.
Ese impacto que consiga su final no deja de ser el resultado de todo lo que se ha acumulado previamente, por lo que no esperéis un milagro en forma de que los dos primeros actos os han dado igual y el tercero da sentido a todo lo anterior. A su manera es una culminación lógica de todo lo visto antes, por lo que el grado de implicación anterior con los personajes, muy bien moldeados a partir de Tom Holland y Chris Pratt -los actores que en su versión original prestan voz a Ian y Barley-, es especialmente decisivo.
En resumidas cuentas
‘Onward’ se sitúa en una posición intermedia en la filmografía de Pixar. No llega a la altura de sus mejores trabajos pero tampoco deja la sensación de ser un pasatiempo prescindible -como lo era, por ejemplo, ‘Monstruos University’, el anterior largometraje de Scanlon, firmante de la que ahora nos ocupa-. Es muy divertida cuando se lo propone, la aventura funciona como un tiro y el final cumple su propósito, pero empieza a surgir la sensación de que el estudio necesita empezar a añadir más armas a su repertorio antes de que simplemente deje de funcionar.
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