Qué poco apreciábamos cosas que dábamos por sentadas, que nunca iban a faltar. La crisis del cine adulto con ambiciones comerciales nos ha desprovisto de películas capaces de contar una historia estupenda con pretensiones modestas, sin capacidad de cambiar el mundo pero tampoco necesidad de ello. Películas algo disparatadas de personas encontrando su lugar en el mundo, como 'El diablo viste de Prada'.
Tacones afilados
La elegante y estilosa comedia dramática protagonizada por Anne Hathaway, Emily Blunt, Stanley Tucci y una Meryl Streep en puro estado de gracia se estreno hace más de década y media, pero se siente como una reliquia de un tiempo más antiguo. Una muy disfrutable, que se va a poder ver hoy en La 1 de Televisión Española a partir de las 22:05. También se puede disfrutar a cualquier hora en streaming a través de Disney+.
Hathaway es una periodista con poco estilo, una vida humilde y en búsqueda de trabajo. Lo acaba encontrando como ayudante de la directora jefa de una exitosa revista de moda. Una directora de armas tomar que maneja todos los hilos de un mundo que su nueva empleada no entiende. Triunfar en el negocio requerirá algo más que buena voluntad.
La película, dirigida por David Frankel, adapta una popular novela donde la escritora Lauren Weisberger vuelva sus experiencias trabajando para Vogue y para la feroz editora Anna Wintour, que inspira el personaje implacable de Streep. Esta inspiración fue la que generó consternación en el mundo de la moda a la hora de participar, ya que nadie quería cabrear a la jefaza de una de las revistas de moda más poderosas. Los diseñadores y más personas dentro del mundillo rechazaron aparecer en la película por este motivo, aunque sí proporcionaron diseños que dan todo el glamour que la película necesita.
Pero el escepticismo rápidamente se esfumo, y hasta a Wintour le encantó el retrato que se hace de ella en la película. Como para no, porque aplica con sencillez y eficacia las claves de una dramedia de Hollywood clásica, con personajes teniendo un claro camino que recorrer en medio de situaciones de humor que oscilan entre lo sofisticado y lo encantadoramente payaso.
Luego está la propia Streep como esa villana hábilmente matizada sobre la cuál la película deposita muchas de sus bases. El proyecto no salió delante hasta que la actriz aceptó el papel, y realmente es difícil imaginar a alguien más equilibrando esa mezquindad para que resulte divertida de odiar. Es lo que permite a 'El diablo viste de Prada' salir indemne en su glorificación de un mundo como el de la moda y en su intento de crear una historia de aclaración de prioridades vitales post-Generación X.
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