Paco Roca se ha convertido en el gran nombre del cómic español de los últimos años. En su carrera hubo un antes y después de la publicación de 'Arrugas', que ya tuvo una excelente adaptación en forma de película animada, y tanto el cine como la televisión no han pasado eso por alto. En la gran pantalla también pudimos ver 'Memorias de un hombre en pijama', mientras que Amenábar convirtió 'El tesoro del cisne negro' en la miniserie 'La fortuna'.
Ahora es el turno de ver la adaptación de 'La casa' a la que ha dado forma Álex Montoya ('Lucas'). Tras hacerse con varios premios en el pasado Festival de Málaga, la excelente cinta protagonizada por David Verdaguer ha llegado a los cines españoles este 1 de mayo. Espero que le vaya muy bien, pues se trata de una de las mejores películas de lo que llevamos de año y también de una gran adaptación del cómic de Roca.
La grandeza de la sencillez
'La casa' es una película en la que resulta muy fácil verse reflejado, sea porque uno ya ha pasado por ese momento vital en el que sus padres han muerto y tiene que ver qué hacen con sus posesiones o simplemente porque uno ya tiene la certeza de que tendrá que enfrentarse a una situación en algún momento. Eso siempre invita a un enfoque muy dramático, pero tanto el cómic original como la película de Montoya saben medir muy bien el tono para que en ningún caso se convierta en otro caso de pornografía emocional.
De hecho, en 'La casa' siempre predomina lo agridulce, ya que la inevitabilidad de la muerte y la amargura propia del paso del tiempo se confrontan con esos recuerdos que transportan a sus protagonistas a la infancia y todo lo que representa ese lugar para ellos. Montoya está muy acertado al apostar por un cambio de formato de pantalla cuando echa la mirada atrás, subrayando así más que la importancia del pasado siempre resulta fundamental para entender quiénes somos ahora mismo.
Además, Montoya opta por introducir una serie de cambios en el cómic que funcionan bastante bien, desde el mayor protagonismo de algunos personajes casi irrelevantes en la obra de Roca hasta ajustar las personalidades de algunos de ellos. Eso da pie a una mayor tendencia al conflicto entre los hermanos, algo de lo que podría haber perdido el control con suma facilidad y que a la hora de la verdad sirve para añadir más relieve a la relación entre ellos.
Eso sí, Montoya en ningún momento opta por romper con el cómic y convertir 'La Casa' en algo distinto. El espectador que tenga frescas las viñetas reconocerá infinidad de situaciones, la mayoría de ellas replicadas de forma muy similar, pero también integradas dentro de la visión que él tiene de la historia. Al final adaptar es llevar algo a tu terreno y no "copiarlo" sin más, y estamos ante un perfecto ejemplo de eso.
De hecho, Montoya opta por un trabajo de puesta en escena poco intrusivo, quizá buscando así un acercamiento similar a la sencillez con la que Roca aborda la historia en el cómic. Lo realmente esencial aquí era conseguir que todo fluyera y que las emociones de los personajes fueran surgiendo como una respuesta lógica a las situaciones y recuerdos a los que van enfrentándose.
La música de Fernando Velázquez es una de las grandes aliadas de Montoya para conseguir ese toque emocional que va creciendo de forma paulatina hasta alcanzar su punto álgido con la demoledora escena final -aunque ojo con salirse muy rápido del cine, que luego hay una escena a mitad de los créditos finales-. No obstante, todo eso habría sido insuficiente de no haber contado con un reparto tan bien elegido.
David Verdaguer lleva años demostrando ser uno de los mejores actores "jóvenes" de nuestro cine y hace bien poco ya dio todo un recital en la estupenda 'Saben Aquell'. En 'La Casa' tiene el difícil reto de ser un reflejo tanto de Paco Roca como de Álex Montoya y que al mismo tiempo el espectador pueda sentirse identificado con él. Todo ello sin ocultar sus limitaciones como persona, algo que muchas producciones obviarían y que aquí resulta fundamental para ofrecer una interpretación memorable.
Eso sí, sería un error aplaudir a Verdaguer y olvidarnos de sus compañeros de reparto, ya que todos encajan como un guante en sus respectivos personajes. Desde pequeñas apariciones como la del infalible Miguel Rellán hasta el padre ya fallecido interpretado por Luis Callejo, personaje que gana algo más de peso en la película respecto al cómic. Todos aportan su granito de arena y Montoya se preocupa en que sean personajes tridimensionales y no meros complementos, pero, claro está, los hermanos encarnados por Óscar de la Fuente y Lorena López son las otras patas que sostienen la película.
Sí reconozco que me gusta un poco más el cómic que la película, pero al final son obras complementarias y cada una de ellas brilla de forma individual sin complicarse más de lo necesario. Por ejemplo, la adaptación cinematográfica ni siquiera llega a los 90 minutos de duración, pero al acabar de verla uno siente que eso es justamente lo que necesitaba esta historia.
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