A pesar de las nominaciones cosechadas a lo largo de la historia de los Premios de la Academia de Hollywood por títulos como ‘Tiburón’, ‘El exorcista’, ‘Déjame salir’ o ‘La llamada’, y de aplastantes victorias como la de ‘El silencio de los corderos’ en 1991, que se llevó los conocidos como Big Five —mejor película, dirección, guión, actor protagonista y actriz protagonista—, es bastante evidente que los Oscar, y a esto estamos acostumbrados de sobra en los Goya, han tendido a mirar al cine fantástico de reojo y por encima del hombro.
Fantástico cine fantástico
Pero este mundo en el que dramas y biopics de todas las formas, subgéneros y colores suelen salir victoriosos en la gran noche del cine estadounidense vio roto su status quo en 2018 gracias a un pequeño milagro rebosante de encanto, sensibilidad y cinefilia. Este no fue otro que ‘La forma del agua’, con el que Guillermo del Toro recibió al fin, y tras 25 años de trayectoria desde su debut con ‘Cronos’, el reconocimiento que siempre había merecido.
La mejor forma de describir el multipremiado largometraje del Mexicano es como una historia de amor en múltiples niveles, siendo la primera la que se proyecta literalmente en pantalla y cuenta el romance imposible entre la Elisa de Sally Hawkins —tan lúcida y encantadora como de costumbre— y la criatura anfibia encarnada por un Doug Jones capaz de transmitir emociones a flor de piel cubierto de una generosa capa de prótesis y maquillaje.
Pero el inmenso corazón de ‘La forma del agua’ va mucho más allá, quedando marcada por la pasión de Del Toro hacia el séptimo arte en general y el fantástico en particular, que se ve reflejada en las conexiones entre la cinta y clásicos como ‘La mujer y el monstruo’, ‘La bella y la bestia’ de 1946 o la magnífica ‘Las zapatillas rojas’ de Michael Powell y Emeric Pressburger, gran fuente de inspiración estética del título que nos ocupa.
Todo en esta inesperada joya brilla con una intensidad deslumbrante. Desde la delicada puesta en escena hasta la sensibilidad de su libreto, pasando por una dirección de fotografía impoluta de Dan Laustsen, una banda sonora que se mete bajo la piel cortesía de Alexandre Desplat o un diseño de producción que imbuye un halo de magia a la construcción de un mundo gris y hostil en el que el color y la calidez se abren paso a cada minuto de metraje.
Pero todas las flores que podamos echar a ‘La forma del agua’ no harán jamás justicia a su calidad. De igual modo que sus 13 nominaciones a los Óscar y sus cuatro insuficientes victorias a la mejor película, la mejor dirección, la mejor banda sonora y el mejor diseño de producción no pueden cuantificar su trascendencia y su capacidad para tocar el corazón hasta del espectador más hermético.
Si quieres disfrutar de ella, se encuentra disponible en el catálogo de Disney+.
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