Hay pocas cosas que te pongan contra las cuerdas que ver la vulnerabilidad en tus propios padres. Esas figuras que habían sido titánicas, siempre unos pilares, de repente desapareciendo o, peor aún, desvaneciéndose poco a poco, tocándote valorar cuestiones y realizar gestiones mientras ellos siguen todavía de cuerpo presente. Es una experiencia para la que uno no puede estar preparado.
Es uno de los misterios más indescifrables de eso que llamamos vida, que tanto te lanza una papeleta tan dura como esa como una segunda oportunidad que no esperabas pero también trastoca tu vida, solo que de otra manera. Sobre esas inesperadas bolas que te lanzan sin esperarlo va una de las películas más impresionantes del año, por supuesto francesa: 'Una bonita mañana'.
Intentando encontrar el sol
La última película de Mia Hansen-Løve es también una de sus más emocionantes, además de bonitas en su particular y agridulce manera. Protagonizada por una Léa Seydoux que confirma aquí que cualquier papel vale para ella, siendo cada vez más una de las mejores actrices del momento, la película se encuentra disponible para ver en streaming a través de Movistar+.
Seydoux interpreta a una madre soltera que tiene que empezar a valorar qué hacer con su padre. Este padece una enfermedad neurodegenerativa, y vivir solo o incluso con una ayuda puntual empieza a ser imposible, así que hay que ir buscándole un nuevo hogar. Durante este periodo, un viejo amigo de nuestra protagonista se cruza de nuevo en su vida, y empiezan una relación de amantes a espaldas de la relación de él.
El cine de Hansen-Løve tiene la mágica cualidad para fijarse en lo mundano, en lo que subyace entre las cosas que nos decimos y en ir sacando hacia afuera el inmenso mundo interno de sus protagonistas. Películas que parecen muy pequeñas, pero que en realidad están conteniendo mucho dentro de ellas, sobre todo de las maneras en las que nos relacionamos.
'Una bonita mañana': emoción y desvanecimiento
Seydoux ha mostrado a lo largo de diferentes proyectos que es una actriz magnética, capaz de sacar adelante personajes difíciles de todo tipo. Aquí sin embargo tiene que dar vida a alguien que sencillamente existe, es muy humano, y lo saca adelante con una perfecta sensibilidad desprovista de aspavientos. Es algo completamente natural, creíble, que conecta sin dificultad con el tono general de la película.
Así, se puede explorar debidamente el dolor en escenas como la recogida de libros en casa de un padre que aun sigue vivo, pero al mismo tiempo no se siente que esté presente en el mismo plano que ellos (vale la pena destacar también a un magnífico Pascal Greggory). Es un sentimiento de pérdida de lo más complejo pero en la pantalla parecen sencillos, y que parecen tal porque Hansen-Løve los ha construido y tejido con absoluto mimo. Y eso la hace una cineasta imprescindible.
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