100 años de cine de altos vuelos. Hace un siglo que podemos ver películas viajando en avión, pero ha llovido mucho desde la primera proyección cargada de monstruos y criaturas imposibles

100 años de cine de altos vuelos. Hace un siglo que podemos ver películas viajando en avión, pero ha llovido mucho desde la primera proyección cargada de monstruos y criaturas imposibles

Desde ver 'El mundo perdido' hasta tener un catálogo gigantesco en pantallas táctiles Full HD, el in-flight entertainment ha evolucionado de forma sorprendente

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Cuando ya casi llevamos un cuarto de siglo sumergidos en el nuevo milenio, es muy complicado concebir saltar el charco enlatados en un avión sin meternos entre pecho y espalda una película —o varias— en esas pantallas situadas en la parte trasera del respaldo del asiento que tenemos delante. Está claro que, cuanto más llevadero se haga el viaje, mucho mejor, y esto es algo que ya se pensó hace algo más de cien años.

Los orígenes de lo que los angloparlantes llaman in-flight entertainment —IFE para los amigos— se remontan a un lejano 1921, cuando la aerolínea Aeromarine Airways proyectó por primera vez una pieza audiovisual en un avión. Esta fue el cortometraje promocional 'Howdy Chicago', que se vio a bordo de un Felixtowe F. 5 mientras sobrevolaba la Ciudad de los Vientos.

Dinosaurios a 10.000 pies

No obstante, la primera película comercial de la historia del IFE no se proyectó hasta cuatro años más tarde. Fue en 1925 cuando los pasajeros de un vuelo de Imperial Airways que cubría el trayecto entre Londres y París tuvieron la oportunidad de disfrutar de un clásico pionero —e imperecedero— del cine de aventuras y ciencia ficción.

Nada menos que 'El mundo perdido', la adaptación de la novela de Arthur Conan Doyle dirigida por Harry O. Hoyt que contó con los efectos especiales del pionero del stop-motion Willis O'Brien, fue el título seleccionado por la compañía para amenizar la travesía, marcando un antes y un después en el mundo del transporte aéreo de pasajeros que vería popularizada la proyección de largometrajes unas tres décadas más tarde.

Tras este hito, el in-flight entertainment fue teniendo cada vez un mayor peso en las aerolíneas, que no dudaron en organizar eventos musicales en directo, como el que se organizó para la prensa en 1941 con la presencia de Veronica Lake durante un viaje de 3 horas alrededor de Nueva York, o proyecciones esporádicas tratadas como grandes acontecimientos, como la celebrada por Pan Am en 1948, que proyectó 'La diligencia' de John Ford en 16mm en un vuelo con salida desde el JFK.

Pero el entretenimiento durante los vuelos no se convertiría en un estándar hasta que David Flexer, de Inflight Motion Pictures, desarrollase en 1961 un sistema de proyección película de 16mm que redujo el diámetro de los rollos de los 73 a los 63 centímetros para poder adaptarse a aeronaves de todo tipo. Flexer dejó clara la motivación principal de su su trabajo y el origen de su creación durante una entrevista con el New Yorker publicada en 1962:

"Se han invertido cantidades ingentes de ingenio en esta cosa, que, simplemente, empezó cuando un día pensé durante un vuelo que viajar en avión es al mismo tiempo la forma más avanzada de transporte y la más aburrida".
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El invento de David Flexer, usado por primera vez por Pakistan International Airlines, abrió paso incluso al desarrollo de largometrajes creados específicamente para su uso en aviones, como 'Deadlier than the Male', producido por la subsidiaria de Inflight, Amerlon Productions, y posteriormente distribuida por Universal Pictures.

Y el resto, es historia. Tras la fallida inclusión de monitores "de tubo" en 1964 —colocados donde ahora va el portaequipajes superior—, la subida a bordo de los videojuegos a principios de los 70 con una versión de Pong y la llegada del LaserDisc y el VHS, hasta estos días de dispositivos táctiles en Full HD, los viajeros de medio mundo han podido vivir experiencias de lo más intensas a 10.000 pies de altura.

Yo, personalmente, jamás olvidaré ver 'Cazafantasmas' —la buena— saliendo del JFK después de haber pasado diez días en Nueva York, sobrevolando una Gran Manzana que tenía frente a mis ojos tanto en la realidad como en la ficción de forma simultánea. El cine siempre será mágico, independientemente de lo lejos que estés del suelo cuando te sumerges en él.

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